La falta de zonas de seguridad vial eleva el riesgo en la Carretera Camposancos
Residentes en el tramo urbano de la PO-552, la de mayor accidentalidad este verano, aseguran “jugarse la vida” a diario, sin pasos de peatones, ni aceras suficientes, a pesar de la glorieta construida en Coruxo
Seis fallecidos en dos años en accidentes de tráfico han convertido a la PO-552 en una de las carreteras más peligrosas de la provincia. El vial, que conecta Vigo con el Val Miñor y Baixo MIño, fue, además, durante el verano pasado el que más accidentes concentró con un total de 13 entre julio y agosto, cobrándose la última víctima mortal a principios de este mes de octubre, un motorista de 53 años siniestrado a la altura de San Miguel de Oia.
A pesar de que la Xunta, titular de la carretera, invirtió más de un millón de euros en los últimos años en implantar medidas para paliar la alta siniestralidad en el tramo urbano que atraviesa Vigo, con la implantación, por ejemplo, de una glorieta en Coruxo, las zonas de seguridad vial siguen siendo insuficientes.
El año pasado eran los vecinos de Saiáns los que se ponían en pie de guerra para solicitar pasos seguros y aceras. El problema lo tienen también en el tramo de San Andrés de Comesaña, donde la zona industrial de los concesionarios ha ido arrinconando con los años a los residentes que todavía mantienen allí sus viviendas.
“Es verdad que con la glorieta se ha conseguido reducir un poco la velocidad, pero cuando llega la noche y hay menos tráfico, esto es terrible. Ya duermes con un sensor porque cada ruido significa un incidente y hay que llamar al 112 y salir a ayudar”, explica Bibi Araújo, una de las vecinas. Lo peor, asegura, “es que aquí vive gente de edad avanzada y no tiene cómo cruzar ni pasar por las aceras”.
Margot y Mayte López son dos de las vecinas más veteranas de la Carretera Camposacos. “Nos jugamos la vida a diario”, explican solo para cruzar la calle. Junto a sus viviendas, a la altura del número 115 solo tienen un paso de peatones, “que apenas se ve y los coches vienen muy rápido".
Margot cuenta cómo en ese punto ya hubo accidentes muy graves, incluso con una persona fallecida y “a mí casi me atropellan, iba cruzando y escuché un frenazo y a continuación un golpe”. Fue una colisión en cadena de la que, por fortuna, se libró, pero afirma que es “muy peligroso”.
La parada de autobús se encuentra a varios metros de distancia. “Soy una persona con una minusvalía visual y cuando me bajo del autobús no hay ningún semáforo ni paso por el que ir hacia mi casa, cruzar es una locura”.
Estas residentes también inciden en el riesgo para los niños. Salir de sus viviendas para intentar ir caminando o coger un autobús es “muy arriesgado, igual que para personas que van en silla de ruedas o con dificultades de movilidad", señalan, mientras cuentan cómo más de una vez ha habido vehículos que se han estampado contra los que estaban estacionados.
Tras años sufriendo esta situación, solicitan más zonas de seguridad vial como las que se han instaurado en la PO-325, en la avenida de Ricardo Mella, , con pasos inteligentes que iluminan con un pulsador el asfalto para advertir a los coches de que hay peatones.
“Este entorno se ha convertido en una chatarra de coches”
“Yo nací entre campo y playa y ahora vivo rodeada de una chatarra de coches”, lamenta Margot. Las viviendas tanto de ella como de Mayte se han visto rodeadas de concesionarios y no son las únicas. “Las casas estaban antes y después hicieron la zona industrial”, dicen. Esa situación también complica la seguridad, “porque los coches para arreglar los dejan aparcados durante semanas, ocupan toda la acera con motos, tenemos que dejar nuestra verja de accesosiempre abierta para no estar encerrados, parece que se han olvidado de que esta zona también es Vigo y viven familias”.
Los residentes echan en falta espejos en las intersecciones por las maniobras de los grandes trailers y otros servicios básicos, “como marquesinas para las paradas o la limpieza de arcenes".
Contenido patrocinado
También te puede interesar
Lo último