En la escuela también “se está de miedo” por Samaín

De Harley Quinn o de muñeco diabólico. Monjas ensangrentadas o tétricos payasos salidos de Derry City. Cualquier disfraz es bueno para disfrutar de Samaín en los centros educativos. Porque en la escuela también ‘se está de miedo’. Escuelas de la ciudad, como el CEIP Laxeiro, celebraron ayer su particular Halloween con una fiesta terroríficas pero divertida a la par. Pero el Samaín no solo es cosa de un día. Durante toda la semana los niños se encargaron de decorar los pasillos e instalaciones para que pasear por ellas fuese como una película de terror, con una luz tenue. Nunca se sabe el aula donde estará el asesino escondido.

En el Pintor Laxeiro, la primera actividad fue “Deberes en familia”, donde padres y alumnos crearon un atrapamiedos y así evitar los malos augurios de estos días. En los más pequeños (de 3 a 5 años), un ‘devorador de miedos’ busca alimentarse de las pesadillas de los niños. Para ello, cada infante pudo liberarse de ellos tan solo escribiéndolo e introducirlo como en un buzón. También se celebró el primer certamen de cuentos cortos de terror: los ganadores pudieron narrarlo en primera persona delante de sus compañeros y crear algún que otro susto en ellos.

A la hora de merendar, los bocadillos y galletas se cambiaron por los cerebros, dedos ensangrentados y a ‘huesos’ de algún cadáver. Un tentempié terrorífico para coger fuerzas y disfrutar de una mañana de juegos en el patio. Hubo baile a lo aquelarre de brujas. Eso sí, con música actual.

No solo los niños participaron del Samaín. También lo hicieron los profesores, perfectamente ataviados para dar miedo. De fantasmas, brujas macabras e, incluso, Freddy Krueger se sumó a la fiesta (sin necesidad de aparecer desde los sueños de los peques). “Llevamos más de una semana preparando este día y los niños lo disfrutan muchísimo”, señaló Esther González, directora del CEIP Pintor Laxeiro. No podía falta la figura de la San Compaña, a la que le dedicaron un altar y se aprendieron de memoria su modus operandi y cómo evitarla.

Cuando finalizó el recreo, más fiesta. Todos querían continuarla. Y para finalizar, vuelta a las aulas y más actividades terroríficas, como manualidades e historias para no dormir. Un día que, de seguro, los niños no olvidarán.