Empresarias de la madera y la leche
Día internacional de las mujeres rurales
Margarita y Rosa Pérez Alborés son la cuarta generación familiar al frente del aserradero Pérez Jiménez en Gondomar y la viguesa Marta Álvarez Quintero dirige Granxa Maruxa en la comarca de Ulloa, en Lugo
Marta, Margarita y Rosa visibilizan el Día Internacional de las Mujeres Rurales que se celebra este mes con las empresas que dirigen y que son generadoras de valor, riqueza y empleo.
Las hermanas Pérez Alborés están al frente de la empresa maderera de Gondomar Pérez Jiménez que fundó su bisabuelo hace 90 años. “Somos la cuarta generación y estamos orgullosas de dar continuidad al legado de la familia”, indica Rosa, que recuerda que cuando empezaron a trabajar en la compañía “se notaba mucho más que era un sector masculinizado y ahora ya no lo es tanto, hay mujeres en el sector maderero”, explica la empresaria. “Tenemos a 19 personas trabajando y mujeres en oficinas, contabilidad y trazabilidad de la madera, además de nosotras”.
Ella y su hermana Margarita, que forma parte de la junta directiva de la Federación Empresarial de Aserraderos y Rematantes de Madera de Galicia (Fearmaga), llevan la batuta del negocio que su padre visita casi a diario a sus cerca de 90 años. “Él le dio el impulso a la empresa, que tiene vocación exportadora desde siempre. Mi bisabuelo tenía un almacén de madera en Vigo y por entonces ya vendía a Canarias, pero fue mi padre el que empezó a exportar a Arabia Saudí y Marruecos”.
Una estudió empresariales, la otra ingeniería agrónoma y juntas capitanean la empresa familiar que sierra pino de la comarca y del resto de Galicia, unas 100 toneladas de troncos al día.
De Vigo al rural
En Monterroso, Lugo, emprendió la viguesa Marta Álvarez Quintero, que nunca se imaginó que se dedicaría a la cría de vacas y mucho menos que dirigiría una de las primeras granjas ecológicas gallegas. “Estudié empresariales y mírame ahora", cuenta orgullosa de sus proyectos Granxa Maruxa, la firma de cosmética Muuhlloa, que emplea leche de sus vacas y plantas de la zona, y la cooperativa Senmais junto con otra granja para el envasado de productos lácteos. “Soy muy positiva, pero también realista y veo que cada vez hay más mujeres al frente de explotaciones agrícolas y ganaderas y percibo interés por parte de la gente joven. Tenemos que enfocarnos ahí para que el rural siga vivo”, cuenta la empresaria, que se confiesa “una enamorada del campo". “Aquí tienes que dejar fuera el estrés de la ciudad, como hice yo”. En su granja, que puso en marcha en el año 2000, tiene 70 vacas que pastan en libertad y se levantan y acuestan a diario con música de Mozart. “Estoy muy orgullosa de mi proyecto”, cuenta la hija de la fotógrafa viguesa Mary Quintero, que iba para bróker y acabó siendo granjera.
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