El día en que el fuel alcanzó Cíes
Prestige 20 años
Más de un millar de marineros y voluntarios participaron en las labores de limpieza, a las que luego se incorporaría la Armada. La indignación llevó a más de 130.000 personas a manifestarse por las calles de Vigo
Pese al tiempo transcurrido desde el accidente, se constató una importante desorganización y falta de medios en la batalla que se iba a librar en los siguientes días.
El Gobierno español había constituido el 18 de noviembre -cinco días después de que el buque hubiese dado la voz de alarma y un día antes del hundimiento- un gabinete de crisis interministerial, en el que participan 11 ministerios, bajo la dirección de Mariano Rajoy, como vicepresidente. Mientras, la Xunta, a través de la Consellería de Pesca, que dirigía entonces Enrique López Veiga, se preocupó de agilizar las ayudas para los marineros, tras quedar prohibida la pesca, lo que acalló algunas críticas. La catástrofe dejó en tierra, finalmente, a 6.000 barcos y 21.000 profesionales.
Pese a ello, al mismo tiempo que el fuel avanzaba crecía la indignación general. Sin equipos, sin herramientas adecuadas, con escasas barreras anticontaminación y sin saber cómo organizarse o dónde depositar los residuos, una marea, esta de voluntarios, llegó de toda España para ayudar en las tareas de limpieza.
El 1 de diciembre se producía la primera de las manifestaciones de lo que luego se dio en llamar el movimiento “Nunca Máis” y que canalizó el sentir general de desamparo por parte de las autoridades. Reunió a 200.000 personas en Santiago de Compostela.
Tres días más tarde, el 4 de diciembre, el fuel alcanza Cíes, manchando de negro los acantilados y las playas. También llegó a Ons, que se vio afectada en un 75% de su costa, a la zona rocosa de Oia e, incluso, hasta la playa de Alcabre.
Un millar de voluntarios lucharon en el archipiélago vigués contra las 400 toneladas de crudo acumuladas. Con los técnicos desbordados, los marineros de Vigo, Bueu y Cangas dieron aquellos días una muestra de buena organización y con barcos bateeiros y planeadoras fueron descargando en tierra el fuel recogido en las islas.
La necesidad dio paso al ingenio. Los marineros inventaron sus propias herramientas para luchar contra el fuel, no solo con sus propias manos: nacía la ‘tixola’, una sartén con agujeros reforzada que se unía a los rastrillos y ‘forcas’, como recogía Atlántico en sus páginas el 6 de diciembre. Pocos días después, desembarcaba la Armada, que unió sus efectivos a las tareas de limpieza.
La rabia de los primeros días, con la sensación general entre la población de sentirse abandonados, no cesó. Vigo reunía el 11 de diciembre a más de 130.000 personas tras la llegada de la marea negra a sus costas.
Paralelamente, el Gobierno centraba sus esfuerzos en actuar en el buque hundido para evitar que su negra carga siguiese escapando por sus grietas. El fuel ya había llegado a las costas de Portugal, toda Galicia, el Cantábrico, País Vasco y Francia. Dentro de sus tanques aún quedaban toneladas de fuel. De hecho, se calculaba una fuga de 125 toneladas diaria de combustible que, al contacto con el agua, se convertía en una sustancia viscosa y pesada. Eran los famosos “hilillos de plastilina con estiramiento en vertical” que había descrito Mariano Rajoy.
Se contrató a un equipo especializado y se bajó al pecio al batiscafo francés “Nautile” para que lo sellase. Y ahí sigue el “Prestige”, desde entonces.
Hasta febrero del año siguiente el chapapote siguió llegando a las playas. Ya con los trabajos de limpieza coordinados y con los medios adecuados, las intervenciones continuaron en la costa, al mismo tiempo que se iban levantando progresivamente las prohibiciones de pesca.
A finales de ese mes, las protestas de “Nunca Máis” se trasladaron a Madrid, donde se celebró una manifestación con más de 240.000 asistentes.
La limpieza siguió durante los meses siguientes. No fue hasta el 8 de octubre de 2003 cuando se levantaron todas las prohibiciones.
La marea negra tuvo un fuerte impacto medioambiental: más de 63.000 toneladas de fuel vertidas, 1.137 playas contaminadas, 2.980 kilómetros de litoral costero contaminados y más de 200.000 aves marinas afectadas. De hecho, el centro de recuperación de aves de Cotorredondo se vio desbordado en unas horas.
También se cobró una vida, la de Manfred Gnädinger, conocido como Man o El alemán de Camelle, un artista y ermitaño que falleció el 28 de diciembre de 2002 debido a la depresión que le provocó ver el estado del mar que tanto le había inspirado durante los años que estuvo afincado en Galicia.
El “Prestige” también movilizó a las universidades y organismos científicos, que se volcaron en el análisis de la marea negra y de sus consecuencias.
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