La cuarentena no es excusa para dejar de jugar capoeira

En Vigo, la escuela de capoeira Abadá no frena su actividad, sino que continúa impartiendo clases online a sus alumnos. Arturo Seminario, alias Bambino, es monitor y el impulsor de esta idea para continuar en contacto con los aprendices. Así, tanto niños como adultos continúan el entrenamiento en sus casas cada semana: “No es lo mismo, pero es divertido. Los niños lo agradecen y los padres también. Los adultos aprovechan para hacer ejercicio físico, porque solos les cuesta más”.

Con el sistema de video que utilizan, igual que el de las Universidades, el monitor ve a los alumnos y viceversa. De este modo, es posible corregir los errores: “los niños necesitan seguirme, me tienen que ver en movimiento, y gracias a las cámaras puedo evitar que los adultos se escaqueen”.

El espacio no es una excusa para el deporte. En este caso, la capoeira es adaptable a cualquier situación y tipo de persona, por lo que según el monitor, permite su juego en casa: “Obviamente no podemos hacer una Roda de capoeira al final de clase, pero eso no impide entrenar, haciendo juegos en compañía o golpes y acrobacias individualmente”. Esta iniciativa atrae cada vez a más participantes. Hace semanas comenzaron las clases con 18 alumnos de 75 que tiene Bambino entre las escuelas de Vigo, Salceda y Porriño: “Acabamos de empezar, pero si esto se alarga más, se unirá más gente. La capoeira es una buena opción para pasar un tiempo diferente y no estar sentados en el sofá”, dice Bambino.

La capoeira es un arte que mezcla las acrobacias, con la música, la danza y una historia con un pasado de esclavismo. Los esclavos, brasileños de origen africano, jugaban capoeira como forma de ocio y constituyendo una cultura. Según el profesor Bambino “nace de una lucha”, y a día de hoy “sigue ayudándome, especialmente en momentos como este”. Además, la Roda de capoeira, fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en 2014. Bambino explica que es porque no discrimina a nadie: “en ella todos somos iguales, no hay color de piel, género, edad ni prejuicios religiosos…he visto a ciegos y a personas en silla de ruedas jugar capoeira. Es para el ser humano”.