Cristina Olea: “En el asalto al Capitolio vimos tambalearse la democracia ante nuestros ojos”
Entrevista
La periodista viguesa trabaja como corresponsal de RTVE en Washington y es autora del libro “La Gran Fractura Americana”
La periodista viguesa Cristina Olea cubre la actualidad de Estados Unidos para RTVE como corresponsal en Washington. Estos días está enfrascada en la campaña electoral, que enfila su recta final y que vertebra “La Gran Fractura Americana”, el libro en el que aglutina diversas crónicas sobre la polarizada sociedad estadounidense.
¿Por qué decidió escribir esta obra?
Cuando llevaba cinco años en Estados Unidos, cubriendo una época turbulenta y viajando en busca de historias, empezó a pasar por mi cabeza la idea de escribir un libro. Me apetecía contar algunas historias con más tiempo, no siempre encapsuladas en crónicas de uno o dos minutos para los telediarios. Entonces, llegó un día especialmente ajetreado. Me desperté en Guantánamo, donde Estados Unidos mantiene todavía a una treintena de presos capturados después del 11-S. Estábamos allí rodando un reportaje. Tomé un vuelo del Pentágono para volver a Washington y cenar con el presidente, Joe Biden, en la famosa cena que celebra cada año con los periodistas que cubrimos la Casa Blanca. Y en ese día tan intenso, en el que pasé del agujero negro para los derechos humanos que es Guantánamo a otro mundo completamente diferente, una cena de gala, me decidí. Pensé que ya tenía bastantes historias que contar como para escribir un libro sobre esta país tan lleno de contradicciones.
Además de la actualidad política, ¿qué otro tipo de historias se pueden encontrar en este libro?
Yo paso mucho tiempo en la Casa Blanca, informando sobre las decisiones de sus líderes, que afectan también al resto del mundo. Pero creo que un corresponsal debe ir más allá: cuentas las promesas de los gobernantes, pero luego sales a la calle y documentas cómo las rompen. Este libro es un viaje por las fracturas y las contradicciones del país. Cada parada del viaje es una persona en carne y hueso. Hablo con un migrante que llegó a Estados Unidos en busca de asilo, huyendo de las maras que acababan de degollar a su hijo, y hablo también con un miliciano, con un hombre que un día decidió dejarlo todo atrás para coger un fusil y vigilar la frontera, a la caza de migrantes sin papeles. Hablo con un veterano de las guerras de Irak y Afganistán que no consigue limpiarse las manos de sangre y con un hombre que ayudó a montar la cárcel de Guantánamo y todavía cree que fue una buena idea. Hablo con personas que adoran y con personas que detestan a Donald Trump. Este es un libro sobre Trump, Biden y Harris, pero es, sobre todo, un libro sobre los estadounidenses, sobre los ciudadanos que inspiran pero también sufren las decisiones políticas, sobre la epidemia de las armas de fuego, la de los opioides, la desprotección social, el racismo, la prohibición del aborto, la desigualdad…
Lleva ya bastantes años en Washington. ¿Es Estados Unidos un país muy distinto al que esperaba?
Sí. Cuando me ofrecieron venir a Washington, confieso que pensé: “¿No será un destino demasiado civilizado para mí?” Hay quien dice que los periodistas de internacional somos de barro o de moqueta. Yo he trabajado las dos superficies, pero el motivo por el que quise ser periodista es meter los pies en un buen barro: contar las revoluciones, conflictos, desastres… Cuando llegué, me di cuenta de que sabía del país mucho menos de lo que creía, y de que hay muchas historias que contar más allá de la moqueta: los estragos del fentanilo, la desprotección social (aquí la gente evita ir al médico por miedo a la factura), la frontera, la fiebre del petróleo… Para una periodista es un lugar fascinante. Nunca se acaban las historias que contar.
Se dice que las de este mes de noviembre podrían ser las elecciones más ajustadas de la historia del país. ¿Esa polaridad tan extrema se nota en el día a día en las calles?
Sí. Este país vivió una guerra civil. La división está en su historia, no ha salido de la nada, pero es cierto que yo me he encontrado aquí con una sociedad en la que, cuando llega la cena de Acción de Gracias y las familias se reúnen en torno a la mesa, evitan hablar de política. Hay familias y vecinos que han dejado de hablarse porque unos apoyan a Trump, otros a Harris, y sienten que sus diferencias son irreconciliables. No sólo detestan al candidato rival, sino que creen que es un peligro para el país. Muchos demócratas alertan de que Trump es un peligro para la democracia y muchos republicanos auguran que Kamala llevará el país a la ruina.
¿Qué cree que ha ayudado a ensanchar esta fractura en la sociedad estadounidense?
La figura de Donald Trump ha polarizado al país. Hay personas que lo adoran, que sienten que forman parte de un movimiento, el movimiento proteccionista de “Estados Unidos, primero”. Y hay personas que lo detestan, que se sienten alarmadas por el trumpismo. Creen que es una secta, un culto a Donald Trump.
¿Cómo vivió el asalto al Capitolio? ¿Teme que algo similar pueda ocurrir el próximo mes de enero?
El asalto al Capitolio fue una auténtica locura. Vimos tambalearse ante nuestros ojos a la democracia estadounidense. Muchos temen que, si Donald Trump pierde las elecciones, no reconozca su derrota, que diga que se las han robado, como hizo en 2020. Ya sabemos que sus palabras calan entre sus seguidores. A día de hoy, la mayoría de los votantes de Trump siguen creyendo que hace cuatro años hubo un fraude electoral. Entonces, por esta época, a pocos días de las elecciones, se vivía mucha tensión. Muchos ciudadanos decían que temían ver otra guerra civil en su país. Esa guerra civil, a pesar de las acusaciones infundadas de fraude electoral, a pesar del asalto al Capitolio, a pesar de toda la tensión, nunca ocurrió, pero también es cierto que no hemos dejado de escuchar conversaciones acerca de esa posibilidad.
¿Cómo está viviendo esta campaña electoral? ¿En qué se diferencia de una campaña al uso desde el punto de vista periodístico?
Las encuestas están ajustadísimas. Nos preparamos para unas elecciones que pueden ser las más reñidas de los últimos tiempos. Esta recta final es como una olla a presión emocional. Hay mucha gente nerviosa, conteniendo el aliento. Sea cual sea el resultado, esta campaña ya es insólita. Va a pasar a la historia por los intentos de asesinar a Donald Trump y por el cambio de candidato a última hora en el partido demócrata, cuando Joe Biden se echó a un lado. También porque, por primera vez, una mujer negra pelea por la Casa Blanca. Sea cual sea el resultado, quien gane va a heredar un país polarizado, involucrado en guerras sangrientas, y con una clase media alarmada porque la vida es cada vez más cara.
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