Costa dos Castros, el valor del pasado

val miñor

Un equipo internacional muestra su trabajo arqueológico en Oia dentro de un proyecto de dinamización turística

rosé carrera. oia rcarrera@atlantico.net

Publicado: 09 ago 2015 - 11:51 Actualizado: 10 ago 2015 - 11:25

nnn Tratar de desvelar los secretos del pasado, de descubrir cómo vivían los gallegos de hace más de 2.000 años, ver dónde dormían, qué cultivaban, a quién oraban, no solo supone recuperar una parte de nuestra cultura, sino que puede suponer una nueva fuente de riqueza y, lo que es más importante, de cohesión de la comunidad ligada al territorio. Eso, al menos, es parte del proyecto Costa dos Castros, una iniciativa pionera en Galicia surgida del Proxecto Mougás, que impulsó en su día la Comunidade de Montes de esta parroquia y al que ahora se han sumado las de Pedornes, Viladesuso y Oia y el propio Ayuntamiento oiense.

Su nombre alude a las numerosos núcleos castreños y petroglifos que se extienden en una franja de costa de apenas ocho kilómetros —entre los altos de A Cabeciña y O Castelo—, siguiendo la línea norte-sur que marca la Serra da Groba. El proyecto engloba la realización de trabajos arqueológicos y la revalorización de estos descubrimientos para atraer al turismo, pero con una forma novedosa de participación y financiación: mediante el crowdfunding y permitiendo las visitas del público a la excavación que desde el pasado lunes, y durante todo el mes de agosto, realiza un equipo multidisciplinar del Incipit-CSIC (Instituto de Ciencias del Patrimonio-Consejo Superior de Investigaciones Científicas) en el que se encuentran voluntarios llegados de toda España, Portugal, Inglaterra y Canadá.

a cabeciña

Este equipo trabaja en el castro de A Cabeciña (llamado así por una peculiar roca). Llegar al lugar no es fácil por la señalética, pero una vez en la cima se puede comprender por qué aquellos primeros gallegos eligieron esta zona para vivir. Desde allí se dominan todos los cabos y puntas que hay desde Mougás a A Guarda y la propia costa por donde entraban desde comerciantes fenicios a, ya en el medievo, los terribles piratas vikingos. "Estamos ahora investigando las estructuras más superficiales, que se corresponderían con la última ocupación del castro. Queremos confirmar ésta que data del I d.C. y que después volvería a ser usado por la población para resguardarse de algún peligro". Quien así habla es Carlos Otero Vilariño, director arqueológico de la excavación, la quinta que se hace en este castro, cuyo origen podría remontarse al siglo VIII a.C. y donde ya aparecieron abundantes restos cerámicos, que hablan de un intenso comercio, así como un hacha de bronce, de precisamente de la Edad de Bronce, ahora custodiado en el Museo de Pontevedra. "Estamos realizando varias tomas de muestras para identificar otros restos que podrían ser de gran valor. Somos un equipo multidisciplinar y por ello hay especialistas en carbonos, que pueden identificar la antigüedad y tipos de maderas que se utilizaban, hasta un malacólogo, que con el estudio de las conchas nos puede decir muchas cosas sobre las especies que había o el tipo de dieta que practicaban aquellos moradores".

El castro de A Cabacilla destaca por su orientación, resguardado del viento mediante terrazas, y sobre todo por sus murallas que muestran un sistema defensivo muy complejo. "Estamos ante una sociedad que poco difiere de la gallega actual por su economía agrícola; era seguramente muy belicosa, con un sustrato celta, y donde el honor era más importante que la riqueza. Seguramente tenían jerarquía, con una elite guerrera y una disposición territorial parecida a las parroquias", observa Otero.

El equipo cuenta con la participación de Yolanda Porto, asesora de conservación, y del arqueólogo español Israel Alcón y los arqueólogos ingleses John Etté y Sarah Buckingham. Están ayudados por la antropóloga Guadalupe Jiménez, como representante del proyecto Nearch. n

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