Comedores sociales de Vigo: una labor sostenida por los voluntarios

Los tres mayores comedores sociales de Vigo funcionan apoyados casi exclusivamente en el trabajo desinteresado

Cuando se lo pueden permitir, en el Comedor de la Esperanza reparten a los comensales antes de que se marchen de la sala pequeñas bolsas con alimentos para que puedan tener también otra comida por la noche o se la administren a lo largo del día.
Cuando se lo pueden permitir, en el Comedor de la Esperanza reparten a los comensales antes de que se marchen de la sala pequeñas bolsas con alimentos para que puedan tener también otra comida por la noche o se la administren a lo largo del día. | Vicente Alonso

Sin la labor desempeñada por decenas de voluntarios diariamente, los comedores sociales de la ciudad no podrían salir adelante. En el Comedor de la Esperanza, cada día se acercan unas diez para echar una mano, tanto en la cocina como en el servicio, a los dos trabajadores de la Fundación Casa Caridad que se encargan de gestionar el comedor. Su trabajo es fundamental para que el presupuesto del comedor pueda ir dedicado íntegramente a adquirir los alimentos de la mayor calidad posible para que los usuarios puedan comer de forma digna.

Además, como explican desde la fundación, muchas empresas y entidades sociales de la ciudad se interesan cada año por esta labor y colaboran a través de sus obras sociales enviando voluntarios. “Muchos trabajadores que vienen con estos programas luego vuelven por su cuenta”, señalan. 

En el de Misioneras del Silencio, el trabajo está ya muy repartido entre las cuatro miembros de la hermandad que trabajan incansablemente cada día: “Aceptamos voluntarios estrictamente para el servicio de la comida en el comedor. El resto lo hacemos todo nosotras, las cuatro trabajadaoras que hay en casa y la persona que se ocupa de la limpieza”, precisa Guadalupe Egido, “todas hacemos de todo”.

La carga de trabajo en el comedor de Vida Digna, por su parte, recae en la labor de los voluntarios. Acogen el triple de comensales que los otros dos, por lo que cada día unas 15 personas acuden para echarle una mano al responsable, empleado de la asociación y que comanda las operaciones. 

Además, Vida Digna tiene un convenio con el Ministerio de Justicia para que los condenados a hacer servicios para la comunidad puedan cumplir sus condenas trabajando en el comedor: “Muchos de ellos acaban quedándose a largo plazo con nosotros”, afirma Ricardo Misa.

Foto de familia de los voluntarios del comedor de Vida Digna.
Foto de familia de los voluntarios del comedor de Vida Digna. | J.V. Landín

Algo de marisco durante las fiestas navideñas

Como uno de los objetivos de estas tres iniciativas sociales es que los comensales puedan disfrutar de, al menos, una comida al día de forma digna, los responsables de los comedores tratan de darle a los menús de las fechas navideñas un toque especial. En el Comedor de la Esperanza, por ejemplo, los ingredientes de la comida de Navidad son algo diferentes: “Tratamos de darles un poco de marisco o algo así, pero siempre teniendo en cuenta sus necesidades, ya que en días como estos, en los que hace frío, agradecen mucho una comida caliente de cuchara”, cuentan desde la Fundación Casa Caridad.

Guadalupe Egido, responsable de Misioneras del Silencio, cuenta que la ayuda y las donaciones aumentan mucho durante estos días, pero también recalca que “el año tiene 365 días y cada día tenemos que darles la comida a 150 personas”, por eso tratan de restarle importancia a las fechas navideñas, ya que en este comedor viven en el día a día, aprovechando al máximo todos sus recursos para poder seguir haciendo esta labor todos los días del año.

Voluntarias ultimando los preparativos en el comedor de Misioneras del Silencio.
Voluntarias ultimando los preparativos en el comedor de Misioneras del Silencio. | Vicente Alonso

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