Combatir el machismo en las aulas… por separado
Educación
El proyecto Xeración Contrainfo de Agareso prueba en el IES Politécnico talleres ‘segregados’ para trabajar con los alumnos
Segregar las aulas por género es una práctica anticuada, decimonónica y en desuso. De hecho, está prohibido en España para todos los centros que reciban o quieran recibir financiación pública. Sin embargo, y paradójicamente, en ciertas situaciones puede ser de utilidad como método educativo. Así lo defienden desde la Asociación Galega de Comunicación para o Cambio Social (Agareso), que esta semana probó en el IES Politécnico un taller educativo que separa a chicos y chicas para que estén más cómodos a la hora de abordar problemas como los discursos machistas y misóginos que se comparten en las aulas.
La presidenta de Agareso, Rocío Cadahía, que además también llevó a cabo uno de los talleres en el instituto vigués, explica que forma parte del proyecto ‘Xeración Contrainfo’, destinado a desmontar los discursos de odio que generan actitudes machistas en las aulas: “Vimos que cuando se hablaba de determinados temas en las aulas, se convertían en campos de batalla entre géneros donde sólo se escuchaban las voces más fuertes”. Así, los voluntarios de la asociación decidieron “romper con nuestros propios prejuicios” y abordarlo de otra manera, para lo que contactaron con profesores que llevaban separando a chicos y chicas para hablar de estos temas ya durante bastante tiempo.
El pasado curso lo probaron a modo de piloto “y tuvo buen resultado, son las sesiones mejor valoradas dentro del proyecto”, indica Rocío´, que también matiza que “para nosotros es importante encontrar un camino de vuelta al diálogo mixto, por lo que hacemos una última sesión con todos”.
Ella se encarga de hablar con las chicas y cuenta que “van a una velocidad diferente que ellos y podemos llegar más lejos con ellas porque no tenemos que explicarles que los chicos tienen privilegios”. Durante estas sesiones, Rocío trata de mostrarles “cómo el machismo afecta a sus vidas”, además de “empoderarlas y construir sororidad entre ellas porque una de las cuestiones del patriarcado es que las mujeres estemos separadas”.
Por su parte, Pablo Santiago hace las charlas con los chicos. Apunta que la idea es que “ellos entiendan que los hombres somos privilegiados en este sistema patriarcal y que entiendan que hay violencias hacia las mujeres que nosotros no sufrimos”. Señala, además, que también ve importante que sepan que “dentro de ese mismo sistema los hombres también sufrimos unos mandatos de género que no nos dejan ser como queremos ser y que movimientos como el feminismo quieren romper con esos mandatos”. Así, uno de los objetivos principales es “que dejen de pensar que el feminismo es lo contrario al machismo” rompiendo los mitos que tienen establecidos dándoles las herramientas necesarias para “que se informen bien y desarrollen un espíritu crítico”. Santiago remarca que, al ser un espacio “en el que pueden hablar de estos temas de una manera muy libre, se abren bastante”, aunque al principio “son algo reacios”.
Ambos defienden esta forma de trabajar con los adolescentes, aunque lamentan “no tener más sesiones o hacer un mayor seguimiento” para corroborarlo mejor.
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