Cocina como acto comunicativo
El veterano periodista asturiano Jesús Ortiz, padre de la reina Letizia, prologó ayer la presentación de un libro de cocina de un comunicador vigués con moderada asistencia
“Cocinar es un acto de amor, pero también es un acto de comunicación”. Jesús Ortiz, periodista y comunicador, pero más conocido por ser el padre de la reina Letizia, matizó ayer en Vigo cómo los sabores, las texturas y los aromas transmiten emociones, recuerdos y gestos que las palabras no alcanzan. Para él, cada plato es un mensaje, cada ingrediente un símbolo, y cada gesto en la cocina, una forma de hablar sin hablar.
El veterano periodista, con décadas de experiencia en prensa, radio y formación de portavoces, trazó paralelismos entre la cocina y la comunicación: “Puedes pasar dos horas preparando un guion que el espectador devora en dos minutos. Lo mismo ocurre en la cocina: horas de paciencia, segundos de deleite”. Recordó a sus abuelas y tías, cocineras del día a día que trabajaban sin recetas exactas, al olfato, al instinto, enseñando que la cocina también exige intuición y corazón.
Así prologó ayer Ortiz la presentación del libro “Las comidas de Villasinda”, del periodista vigués Jorge Alonso, que reunió en la sección de literatura de El Corte Inglés a apenas 20 o 30 personas, por debajo de la expectativa generada por la asistencia de un invitado de categoría, con amplia trayectoria y conocimiento en el ámbito de la comunicación periodística y corporativa.
Todas las recetas del volumen están pensadas para él y su mujer, sin medidas exactas, con la filosofía de cocinar “al olfato” que Ortiz tanto defiende. Entre anécdotas de fabadas y pulpo a feira con queso, el prólogo de Ortiz se convirtió en un diálogo íntimo con la cocina y con el propio libro, transformando la presentación en un pequeño ritual donde la comida es lenguaje y la conversación, un plato más.
Autor y prologuista demostraron la gran compenetración que solo una vieja amistad puede forjar. Así, parte del éxito de la receta de fabada que contiene el libro se debe a los consejos experimentados de Ortiz, que compartió con Alonso la importancia del “simielgo”, el movimiento imprescindible para ligar la fabada sin romper las ‘fabes’.
Ortiz también habló de creatividad en la cocina, recordando un curioso libro romano de recetas en latín de un aristócrata llamado Apicio, donde cada plato enumeraba los ingredientes, pero no daba cantidades ni explicaciones. Aunque de lo que sí no habló fue ni de su hija ni su yerno, evitando cualquier chascarrillo sobre la familia real.
Lo que comenzó como un blog con recetas sencillas para amigos, que después pasó por las redes sociales, se ha convertido en un libro de cerca de 200 recetas, que refleja la cotidianidad, la improvisación y el placer de compartir la mesa. Aunque la asistencia fuese menor de la esperada, quedó claro que para Ortiz y Alonso, cocinar y comunicar son actos paralelos.
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