Cines con más historia que las películas en A Ramallosa y Marín

Imperial y Seixo, negocios familiares que siguen en pie tras más de 70 años con esfuerzo y sin ayudas públicas

Aitana Martínez

Publicado: 20 ago 2023 - 08:53 Actualizado: 20 ago 2023 - 10:15

El edificio que alberga el Cine Imperial, en Ramallosa, fue construido por Latino Salgueiro en 1948 para abrir lo que se convertiría en un negocio familiar.
El edificio que alberga el Cine Imperial, en Ramallosa, fue construido por Latino Salgueiro en 1948 para abrir lo que se convertiría en un negocio familiar.

Actualmente, se puede ver una película de infinitas maneras y en diversos lugares, desde el cómodo sillón de casa hasta en transporte público a través del móvil. La cultura del cine poco a poco va desapareciendo, no siendo estos necesarios para ver únicos largometrajes. Por supuesto, estos establecimientos siguen persisiento, aunque. algunos con más historia que otros.

El Imperial, en Ramallosa o Seixo, en Marín, son algunos de esos cines en los que se han sentado generaciones y que continúan su actividad. Ambos se tratan de empresas familiares, por lo que su cierre no se contempla. Perfecto Calvario, ya jubilado, continúa ayudando a su nuero, que ahora regenta Cines Seixo, para mantener la ilusión y la exclusividad de ser el único cine de la zona.

Desde su puesta en macha en 1943 ha proyectado películas legendarias que han pasado a la historia, igual que el propio edificio. “Cuando más se acudía al cine y llenábamos en todas las funciones las 200 butacas era en la época de las películas de Sara Montiel”, recuerda Calvario. Además de películas taquilleras, como ‘Barbie’ o ‘Oppenheimer’, estos establecimientos familiares ofrecen una cartelera alternativa y de autor, para los más aficionados a la cultura cinematográfica. Este fin de semana ‘El caso de Braibanti’ se proyectará en Imperial, mientras que Seixo apostará por la comedia ‘El colegio de los animales mágicos 2’ y el drama ‘Algún día nos contaremos todo’.

MJ De la Cámara es una de los muchos habituales del Cine Imperial desde hace más de 40 años. Ahora vive en Madrid, pero siempre que puede, mientras veranea en la costa gallega, acude a las pantallas a pasar un buen rato. “Me gusta mucho el cine, veo cualquier película que haya, pero en Madrid me cuesta mucho más ir. Aquí es más cómodo y es de toda la vida”, explica De la Cámara.

Aunque las sesiones no son tan frecuentes como en los establecimientos más comerciales, se puede disfrutar de más de una sesión diaria en estas pequeñas pantallas. Todos ellos son una muestra de tradición y, a la vez, mucho sacrificio, ya que la mayoría, regentados por otras generaciones de la familia, son negocios mantenidos por los propios propietarios.

En 1948 Latino Salgueiro abrió un cine en Ramallosa con una ilusión, construyendo el propio edificio que alberga el famosos Imperial. Este proyecto se sigue manteniendo gracias a sus hijas, 14 años después del fallecimiento de su padre. Las entradas a cinco euros, cifra fija desde hace más de 20 años en ambos cines, no obstante, no es suficiente para cubrir las renovaciones y reparaciones. La ilusión familiar, por lo tanto, es lo que los mantiene vivos.

De todas formas, Calvario no tiene queja. “Todos los cines pequeños cerraron en esta zona, por lo que somos los únicos y solemos tener bastante gente”, explica el jubilado. En Ramallosa tampoco sufren problemas de público. Ambos se mantienen gracias al esfuerzo por parte de los propietarios, que garantizan la persistencia de estos históricos negocios sin ayudas públicas por parte de la Xunta y la Diputación.

Muchos negocios como estos no han sobrevivido, como el emblemático Teatro-Cine Fraga, cuyo gran edifico sigue en pie en la calle Uruguay.

Tamberlick, Royalty, Roxy… todos representaban el séptimo arte en Vigo mucho antes que Netflix. La tecnología pudo con todos ellos, dejando atras años de tradición para muchas generaciones, que aún recuerdan los cines de antes.

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