La casa del ovni vuelve a la vida

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Una familia de Ourense rehabilita la vivienda del famoso peluquero vigués Minguela

Jose teo andres. vigo

Publicado: 21 ago 2020 - 01:24 Actualizado: 22 ago 2020 - 02:47

La "casa de Minguela", en un lugar muy especial de Viladesuso, frente al Océano.
La "casa de Minguela", en un lugar muy especial de Viladesuso, frente al Océano.

Nada sabía Rosa María Álvarez Blanco de quién había sido Juan Minguela y mucho menos de la historia que había alrededor de la casa que adquirió hace algo más de cuatro años y que ha comenzado a reformar. La vivienda, singular por su emplazamiento al pie de la costa de Santa María de Oia, en la pequeña parroquia de Viladesuso, apenas 500 habitantes, no es una más, sino “la del ovni”: tuvo su momento de gloria hace casi 50 años, cuando los focos se pararon en el relato del singular Minguela, un personaje único que fue muy popular tanto en Vigo, donde tenía la peluquería, en la calle Carral, como en Viladesuso y Mougás, donde organizaba fiestas y saraos que se hicieron más que célebres. En una Nochevieja, Minguela fallecía, fecha que hizo honor a su fama de hombre peculiar hasta el final. Sus cenizas fueron esparcidas por la finca, y después la casa se cerró y así estuvo durante años. Hasta ahora, que ha vuelto a la vida.

Rosa, con su marido Carlos, ante la
Rosa, con su marido Carlos, ante la

Rosa, con su marido Carlos, ante la "casa de Minguela", en obras.

Rosa es ourensana del municipio de O Bolo y la parroquia de Buxán. Emigró a Barcelona para cursar peluquería y luego se fue a Madrid, donde las cosas marcharon muy bien. Siendo todavía muy joven montó un salón en la plaza de España de la capital, y tuvo como clienta durante 20 años a Carmen Sevilla, a quien define como una persona especial y muy querida. Ha hecho trabajos por todo el mundo, pero cada verano se acercaba hasta la Ría de Vigo, con la idea de adquirir una casa. Pasó varias veces frente a la que finalmente compró. Fue entonces cuando se enteró de que la vivienda no era una cualquiera y que tenía historia, no trágica sino curiosa. “Empezaron a llegar vecinos y se alegraban por que había comprado la casa de Minguela, la del ovni, aunque yo no sabía quién era”, explica Rosa a la puerta de la residencia, pintada ahora de azul, en una pequeña elevación frente al océano bravo. Allí, en 1973, el anterior propietario aseguró que contempló con sus ojos un objeto no identificado, que definió como “verde y del tamaño de un Vitrasa”, declaración que repitió mil veces y que le valió para ir por programas de todo el mundo, incluyendo el que presentaba entonces José María Íñigo, con audiencias hoy impensables. Ahí contó el peluquero vigués la historia: de noche, escuchó un ruido y a su perro ladrar sin parar. Se levantó y vio un objeto verde y alargado posado sobre las rocas. Cogió una escopeta de caza del armario, pero de inmediato notó una voz que le dijo que no se preocupara. Al día siguiente creía que era un sueño, pero su perro no apareció. En cambio, pudo ver unas huellas que habían quedado sobre las rocas, todavía impregnadas con el galipote del “Polycommander”, el petrolero que había soltado miles de toneladas de crudo tres años antes, provocando una marea negra muy superior al “Prestige”. Convencido de lo que había visto, Minguela lo divulgó por el mundo e incluso fue de viaje a Estados Unidos y contó una y otra vez lo ocurrido. El asunto figura entre los casos más llamativos de la ufología porque otras personas también contemplaron esa noche un objeto desconocido y sobre todo porque quedaron huellas. Algo había, sin duda, pero ¿qué? Quizá algún prototipo militar que se desvió de su camino en plena Guerra Fría. Nunca se sabrá.

Pero la casa quedó bautizada y señalada entre todas las que dan al Atlántico. Y más con el monumento al ovni que montó Minguela y que presidía la entrada. Hace tiempo que desapareció, como muchos otros objetos de una casa que parece encantada. Rosa asegura que el pasado año, cuando comenzaron con el arreglo del tejado, escucharon pasos durante varios días y el jardinero que ayudaba "se asustó y dijo que no volvía, que era Minguela". También afirma que la vivienda y la zona "le transmiten algo" a ella, que se define como "sensitiva", o traducido a Galicia, como "meiga buena". "La casa tiene encanto pero también algo más, y el entorno lo mismo, lo noto, da la sensación de que Minguela todavía anda por ahí", ironiza la ourensana, que se ha convertido, reconoce, en una "fan" del peluquero vigués y la historia de la casa y el ovni que era como un Vitrasa. n

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