Aumenta en Vigo la eliminación de tatuajes mal ejecutados

Cada vez son más las personas que buscan borrarse diseños con láser por causas como mala praxis, modas pasadas o por ser un recuerdo ligado a una relación sentimental

Ricardo Moreno, de Origen Láser, durante una sesión de borrado de un tatuaje.
Ricardo Moreno, de Origen Láser, durante una sesión de borrado de un tatuaje.

El borrado de tatuajes es una tendencia en auge en Vigo. Cada vez son más las personas que buscan eliminar un tatuaje que ya no encaja con su vida, ya sea por mala praxis en la ejecución, por modas que quedaron atrás (como los tribales de los años 2000) o por tatuajes ligados a relaciones sentimentales.

La tecnología actual se basa en equipos fotoacústicos capaces de fragmentar la tinta en partículas microscópicas que el propio organismo elimina a través del sistema linfático, mediante el sudor y la orina. “El láser dura apenas unos segundos sobre la piel, con disparos de hasta un centímetro de diámetro. En un tatuaje que sea, por ejemplo, un nombre tardamos cinco segundos por sesión; si es un tatuaje que ocupa todo el antebrazo, minuto y medio; y en una espalda completa, siete minutos”, explica Antonio Soto, de Ponte Láser. Como media, el proceso completo puede requerir entre seis y ocho sesiones, aunque varía en función de la profundidad de la tinta, la zona del cuerpo y el metabolismo de cada persona.

Los perfiles de clientes son variados, pero existe una constante: el mayor volumen de trabajo proviene de tatuajes mal ejecutados. “Un retrato que no se parece en nada a la persona o una mariposa que más bien parece un murciélago… son los casos más comunes”, detalla Soto. También abundan los nombres y fechas de antiguas parejas, y diseños vinculados a modas pasadas, hoy desplazadas por técnicas en auge como el realismo.

Ricardo Moreno, de Origen Láser, confirma la amplitud del espectro. “No hay patrón de edad o clase social, pero los tatuajes antiguos y los de pareja son los que más se repiten”. En muchos casos, los clientes no buscan una eliminación completa, sino un aclarado previo para facilitar un cover, es decir, un nuevo tatuaje encima. “Cuanto más se aclara, más opciones de diseño se abren y el resultado es mejor”, explica.

El sector arrastra todavía la desconfianza generada por los antiguos láseres, que provocaban quemaduras y cicatrices, así como por la proliferación de máquinas de baja calidad, muchas veces importadas sin control desde China. “A veces nos llegan clientes con la piel dañada por equipos baratos o por personal sin formación. Eso desprestigia la profesión”, lamenta Moreno. Pese a la mala fama de los antiguos láseres, la demanda no deja de crecer. “Empezamos trabajando cuatro días a la semana y ahora solo descansamos uno”, señala Soto. Moreno coincide en que el borrado no ha alcanzado aún su techo. “Cada año aumentamos el número de centros en Galicia. La tendencia es estable y claramente al alza”, afirma.

La técnica del cover, una alternativa más tradicional

Con más de 25 años de trayectoria en el mundo del tatuaje, Diego Ojeda, conocido artísticamente como Arte Grotesko, trabaja en Sputnik Tattoo & Piercing. Ahí está mano a mano con clientes que buscan tapar tatuajes no deseados, una práctica conocida como cover. Esta técnica permite que el tatuador realice un nuevo diseño por encima del anterior.

“El tatuaje para tapar otro siempre tiene que tener unas dimensiones superiores al original. Si mide dos centímetros, el nuevo debe tener seis o siete más. Si el tatuaje es negro, solo se puede cubrir con más negro”, explica Ojeda. Para lograrlo, los tatuadores se apoyan en recursos como las texturas, los juegos de claroscuros o los diseños con volumen, como peces koi o calaveras, que ofrecen una mayor capacidad de ocultar lo que hay debajo.

Los clientes que acuden a su estudio buscan, sobre todo, tapar tatuajes pequeños de juventud, a menudo el primero que se hicieron. “Ese tatuaje de prueba, escondido, suele ser el que más se borra o se tapa”, señala. A esa lista, al igual que con el láser, se suman los nombres de parejas y diseños de modas pasadas. Según Ojeda, la distribución por género es equilibrada y la motivación suele aparecer un tiempo después de hacerse el tatuaje, generalmente derivado por críticas externas.

En los últimos años, la combinación entre láser y cover se ha convertido en una herramienta habitual. Varias sesiones de láser permiten aclarar la tinta y ampliar las opciones de diseño. “Si alguien no quiere un tatuaje demasiado oscuro o con mucha textura, el láser ayuda a suavizar la base y facilita hacer algo más fino”, asegura.

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