¿Dónde está la aldea perdida en los montes de Vigo?
Los restos de la población abandonada, visibles, se encuentran en lo más alto de la senda del río Eifonso, en Bembrive
Alcanzar hoy los restos de la aldea de la Fraga de San Cibrán no es sencillo, aunque algunas señalizaciones conducen a lo que parece un lugar perdido y que ha sido encontrado. Pero no fue así siempre. Este punto, cubierto por un bosque denso como pocos dentro del municipio de Vigo, fue en sus orígenes un recinto castreño y más tarde un lugar con actividad durante siglos hasta que el abandono y la maleza se tragaron el grupo de casas, ahora “redescubiertas”. La aldea, o más bien sus restos, se encuentra en Bembrive, en el centro de un cruce de caminos medievales que tuvieron mucha importancia: eran los que iban a Beade, a Bembrive y Valadares, por donde entraron invasores y defensores de las múltiples guerras libradas desde el siglo XVII, por el que pasaban comerciantes y también soldados y frailes.
Para llegar hay que andar un rato, bien recorriendo la Senda del Eifonso hasta la ermita de San Cibrán o a partir de ese punto, por un trazado bien señalizado que sube continuamente. Es probablemente una de las zonas más aisladas y remotas, todavía hoy, de todo el municipio vigués, que cuenta con algo más de 100 kilómetros cuadrados de superficie.
Siglos atrás era un lugar de paso obligado para moverse por las tierras viguesas. Se sabe que por el mismo camino pasaron las tropas que trataban de defender la villa de Vigo de la invasión portuguesa, en 1665, dentro de la guerra de independencia lusitana, uno de cuyos episodios fue la frustrada toma de Vigo, que se defendió con sus muros. También fue la ruta que tomaron los patriotas para sumar fuerzas frente a los franceses en 1808, que habían tomado Galicia y ocupado la plaza de Vigo, lo que daría paso al episodio de la Reconquista, quizá el momento clave de la historia local.
No quedó ahí el camino que cruzaba por la aldea de San Cibrán: en los siglos XVIII al XX fue también una de las sendas utilizadas para los peregrinos en dirección a Santiago, probablemente desde Portugal, una ruta que ahora parece olvidada. Y también el primer lugar donde se comenzó a construir la conducción de aguas públicas a Vigo, la primera, procedentes entonces de la mina de Champintiel, como era conocida. De todo esto fue testigo la aldea, conformada por seis edificios, de los que quedan restos visibles.
Según señala la Entidad Menor de Bembrive, que ha realizado una recuperación del espacio, en su momento la aldea albergó a varias familias que vivían de la agricultura, los frutos de la tierra, el ganado, los molinos y una pequeña actividad comercial que hace más de un siglo se dio por terminada con el adiós de los últimos habitantes del bosque.
Habitado al menos desde el siglo XVI
La primera noticia de la existencia de la aldea del bosque de San Cibrán se remonta al siglo XVI, en concreto a 1528, cuando el obispo de Tui aforó el casal del bosque de San Cibrán con sus dos casas de orada a un tal Gregorio Vázquez Escudero, quien estaba obligado a “morar en dicho casal e labrar las heredades dentro de los dichos límites que son para dar pan”. La autoridad episcopal dejó por escrito normas estrictas. En concreto, que “el dicho Gregorio y los labradores que allí estuvieren e moraren residiendo en dicho casal sean vasallo y obedientes de su santidad el obispo”. Así fue hasta llegado el siglo XX, cuando poco a poco se fue quedando sin vecindario, que optó por moverse hacia Bembrive o Vigo para tener una vida mejor.
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