Academia universal para vigueses sin salir del barrio

Cultura

Miles de vigueses acuden a clase en los centros vecinales

Víctor Manuel Peleteiro, durante la clase de Taichi que imparte en el centro vecinal de Valadares.
Víctor Manuel Peleteiro, durante la clase de Taichi que imparte en el centro vecinal de Valadares.

La cercanía y la flexibilidad horaria fue lo que animó a María Alonso a apuntarse en las clases de baile tradicional en el Casco Vello. “Es bonito coincidir con los compañeros en el resto de las actividades que organiza la asociación, lo tuve que dejar por problemas familiares, pero volverá a ser la opción más probable cuando retome las clases”.

Paula también acudió al centro vecinal para iniciarse en dibujo. “Buscaba una actividad para desconectar, no me interesaba tanto la formación, lo hacía por afición y en estos grupos no hay esa presión académica, se hace solo por gusto”.

En Vigo 17 parroquias, que junto a las agrupaciones de barrio superan los 70 centros donde se imparten cursos de baile, gimnasia, costura, cocina, canto, ajedrez, jazz, zumba o artes marciales son algunas de las disciplinas que se pueden encontrar sin salir del vecindario. En Cabral, la asociación de Pardavilas ejerce de intermediaria entre los alumnos y los profesores que están en el régimen de autónomos, facilitándoles el espacio que tienen que estar dados de alta como autónomos. “Las actividades están abiertas a todo el mundo, aunque los socios tienen prioridad y precios más baratos; la oferta es para todas las edades”, afirma Alfredo Marcuño, presidente de Pardavilas. A la hora de programar tienen en cuenta la demanda, “lo que más aceptación tiene es el baile de salón”.

Cora Blackat tiene abierta la matrícula en canto moderno. Diplomada en magisterio musical, con formación en teatro musical y en la Rock School, compagina su labor en Pardavilas con su trabajo en Sonbeat y como vocalista en distintos grupos. “Abordamos desde el blues, al jazz, pasando por el rock y el pop, desde la técnica vocal a la respiración del diafragma o la vocalización; no es necesario tener conocimientos musicales y es deseable tener buen oído, aunque no es imprescindible, se puede trabajar. El objetivo es que cada uno conozca su voz”.

En Valadares ofrecen programas subvencionados por las administraciones y actividades propias en función de la oferta y la demanda. Incluyen temas físicos y de hábitos saludables, clases de ocio o canteras para grupos de canto, baile y instrumentos tradicionales. La asociación cobra al alumnado y paga a los monitores que son autónomos.

José Francisco Troncoso es cocinero y desde hace cinco años enseña a elaborar recetas en Valadares. “Cambié la hostelería por las clases a niños y mayores; en la asociación vienen sobre todo adultos jubilados y mujeres”. Sus alumnos llegan con distintos niveles y a todos les gustan los fogones. “Hacemos dos recetas por clase de cocina, aportando ideas nuevas de preparación, sobre todo lo que les interesan otras opciones para cocinar verduras”. Troncoso no es muy partidario de disfrazar el sabor de la comida, “hay que valorar la calidad”.

Ategal y la asociación vecinal de Sárdoma es dos de los puntos en los que Ana González enseña trucos de costura. “Es una actividad en auge, se apuntan muchas chicas jóvenes y, aunque en la mayoría del alumnado es mujer, el perfil es muy diverso, desde el ama de casa a profesionales como médicos o maestras, valoran la ropa artesanal”. En sus clases hacen prendas, incluso algún traje tradicional. Las telas las aportan los alumnos y en algunos centros cuentan con máquinas de coser. “Llevo mucho tiempo dando clase, comencé en el 86 impartiendo cursos por el INEM y ya me quedé. Estoy registrada como monitora, por lo que me doy de alta por clases”.

Las mujeres también son mayoría en el Taichi, con edades comprendidas entre los 65 y los 90 años. Víctor Peleteiro enseña este arte marcial en los centros de Valadares, O Freixo, Ategal y Lavadores. “Son sobre todo amas de casa que alternan el cuidado de los nietos con las tareas domésticas y aún les queda tiempo de hacer actividades en la asociación”. Mejorar la salud, ejercitar el cuerpo y la mente, mejorar el equilibrio y la movilidad son algunos de los beneficios que les aporta esta práctica. “También aprenden a respirar y a relajarse para desconectar de la vida cotidiana”. Peleteiro lleva más de 25 años como monitor de Taichi y Chikung.

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