3.000 miembros de la comunidad islámica de Vigo, en pleno Ramadán

“No es tan difícil, hasta se ha convertido en tendencia comer poco”, aseguran

El centro islámico, ayer.
El centro islámico, ayer.

Este año el Ramadán cae casi a la vez que la Semana Santa, entre marzo y abril (hasta el 21 los musulmanes, hasta el 9 los cristianos), un momento mejor para la comunidad islámica por ser un tiempo menos caluroso y con menos horas de sol que en verano. Los fieles que tienen que pasar todo el día, hasta que se pone el sol, sin comer ni beber en ayuno estricto -tampoco se permiten relaciones sexuales de día- soportan con entereza que sus vecinos se tomen una cerveza o una tapa a su lado. Vanessa Cansino sabe de ambos mundos: nació como cristiana, se convirtió al Islam y actúa de portavoz de la comunidad viguesa. ¿Cómo lo lleva? “En lo físico, bien, nunca he tenido ningún problema, este es el sexto Ramadán que hago, cinco como musulmana, y estupendamente", asegura. Y destaca que está “top de moda” el ayuno intermitente. “Es cierto que a veces te duele la cabeza, sobre todo a la gente que como a mí le gusta el café”, pero reconoce que se trata de una cuestión de fe. "Cuando haces algo con un fin, de introspección, espiritual, no es una obligación; por poner un ejemplo, es como los que se van a hacer deporte a las seis de la mañana, lo hacen porque les gusta, se hace con felicidad, no con pesadez, de hecho hasta nos da pena cuando se termina”. Cansino era uno de los fieles que se encontraba en el Centro Islámico de la Doblada en la ceremonia que se denomina “ftour”, el momento en el que al ponerse el sol se rompe el ayuno y se sirven platos y manjares típicos para celebrarlo, no faltando nunca los dulces típicos.

El Centro Cultural Islámico se encuentra en Gregorio Espino, y cuenta en sus 700 metros con una mezquita, una escuela y otros servicios. Aunque la presencia musulmana -mayoría de Marruecos- no se puede comparar en número con la latina, ha pasado en Vigo de ser un grupo pequeño a superar los 3.500 integrantes, sentencia Abdulrahhem Al-Zairi, administrador del centro, al que llaman Abdel. En Galicia serían unos 30.000, cada vez con más conversos. En Cataluña son el ocho por ciento del total. Muy lejos de Francia, donde alcanzan al menos el 15 por ciento.

Pilar del Islam, el Ramadán exige un esfuerzo por la fe. Además, del ayuno, del que quedan exentos niños y enfermos, hay cinco oraciones diarias y otras exigencias, como ponerse ropa nueva para el inicio de la festividad y hacer donaciones. “Exige pasar muchas horas sin comer y claro, tienes hambre. Así descubres lo que es de verdad el hambre, pero se puede con todo, yo empecé el día yendo al gimnasio”, señala Abdel.

Con las conversas

Contaba Abdel que han superado todas las expectativas. “Esperábamos dar 2.500 comidas al mes y vamos a pasar de 4.000". Eso se debe al incremento de musulmanes en Vigo, tanto marroquíes como senegaleses. Y también conversos. “Hay un grupo de chicas, me hizo ilusión iniciar el Ramadán con una que se convirtió al Islam”, asegura lógicamente satisfecho. La cena esperaba: el “ftur”, que se inicia comiendo dátiles y bebiendo algo. Luego, tres minutos en la mezquita y a la mesa. “Es muy familiar, como la Nochebuena”, añade, si bien abunda gente que llega al centro islámico por necesidad. “A veces incluso con españoles, a todos los atendemos”. Al lado del Centro Islámico hay una carnicería halal. No es la única, hay al menos tres más.

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