Laura Torres: “Siempre he sentido que contar y escuchar historias conecta con la esencia humana"

Al graduarse en Humanidades se mudó a Reino Unido donde la vida la llevó a Oxford University Press, convirtiéndose en editora de libros de texto universitarios

Laura Torres.
Laura Torres.

Laura Torres siempre se involucró en proyectos con la comunicación como herramienta de cambio. Al graduarse en Humanidades se mudó a Reino Unido donde la vida la llevó a Oxford University Press, convirtiéndose en editora de libros de texto universitarios. Etapa que la hizo reflexionar sobre cómo comunicar el conocimiento de manera clara, accesible y significativa. Sus ganas de contar cosas formatearon “Beland, mi lugar en el mundo”, proyecto que une lo literario, lo social y lo solidario.

-¿Cómo llegó al mundo de la literatura?

-La literatura siempre ha formado parte de mí. Soy nieta de libreros e hija de periodistas. Crecí pegada a los libros. Escogí mi carrera universitaria, Humanidades, porque alguien me dijo que lo único que se hacía era leer, leer y leer. En esa época empecé a escribir sobre todo ensayos. Tuve la suerte de estudiar un año en el extranjero, en una universidad de artes liberales en Estados Unidos, y allí descubrí una parte de la historia de España que no conocía: nuestro papel protagonista en el tráfico de esclavos transatlántico. Paradójicamente, tuve que irme al otro lado del océano para conocer mejor mi país. Ahí surgió la pregunta: ¿qué más aspectos de nuestra historia y nuestro relato como sociedad están incompletos? ¿hasta qué punto ese desconocimiento histórico afecta nuestra visión del mundo? Desde entonces, he intentado que toda mi actividad profesional se centre en expandir nuestro entendimiento de la realidad y de las personas a través de la palabra.

-¿Cómo definiría su proyecto?

-"Beland, mi lugar en el mundo" es mucho más que un libro infantil ilustrado: es un proyecto social y solidario. La historia narra algo tan cotidiano como el miedo de un niño a mudarse de ciudad, pero detrás esconde una verdad universal: todos necesitamos un lugar que nos recuerde quiénes somos y nos haga sentir protegidos y en paz. A ese lugar lo llamamos beland. En un momento en que tantos millones de personas se ven obligadas a abandonar su tierra por guerras, desastres naturales o injusticias, queríamos reivindicar que todos tenemos derecho a tener un lugar donde estar a salvo. Porque, al final, la tierra no está ahí para ser tomada ni conquistada: La tierra, land, está ahí para que las personas simplemente sean (be). El libro no camina solo, forma parte del movimiento #Beland, impulsado por la Fundación Alba Torres Carrera, cuyo objetivo es que la palabra beland se convierta en Palabra del Año en 2026 por Oxford University Press. A ese sueño se suma una acción solidaria concreta: cada ejemplar vendido contribuye a recaudar fondos para Save the Children para ayudar a niños en situaciones de emergencia. Así, el proyecto es al mismo tiempo un cuento, una palabra que quiere hacerse universal y una herramienta de sensibilización y solidaridad real.

-¿Cuál es la motivación de su trabajo?

-Mi mayor motivación es la idea de que las palabras pueden transformar nuestra forma de ver el mundo y, en consecuencia, nuestra manera de actuar en él. Desde pequeña he sentido que contar y escuchar historias es una forma de conectar con la esencia humana, porque nos ayuda a comprender al otro y a ponernos en su lugar. En el caso de “Beland, mi lugar en el mundo”, la motivación surge de la necesidad de dar voz a una experiencia universal: todos necesitamos un lugar seguro, un rincón que nos recuerde quiénes somos y donde estar protegidos. Sin embargo, millones de personas carecen de ese derecho básico, y esa injusticia es lo que da sentido a este proyecto. Mi intención es que el libro sea un puente: que los lectores puedan identificarse con la experiencia de Daniel y, al mismo tiempo, comprender las dificultades de quienes pierden su hogar por causas mucho más graves. Me mueve la esperanza de que, sembrando esa semilla de empatía y solidaridad desde la infancia, podamos construir una sociedad más justa y consciente.

-¿Valores por los que destaca?

-Me gustaría pensar que lo que me define es la empatía, la sensibilidad y la voluntad de entender y conectar con las personas. En un mundo que va demasiado deprisa, considero esencial detenerse y mirar a nuestro alrededor, ser sensibles a las realidades que no siempre aparecen en primer plano. Otros valores que creo que me acompañan son la pasión y la esperanza. Por un lado, intento poner todo mi entusiasmo y dedicación en lo que hago; por otro, lo que más me mueve es la convicción de que toda acción, por pequeña que sea, puede tener un impacto positivo enorme. Y quizá lo más importante, destaco la coherencia: me esfuerzo por que mis acciones profesionales estén alineadas con mis convicciones y con el deseo de aportar algo positivo a la sociedad.

-¿Hablemos de su momento actual?

-Ahora mismo me encuentro en un momento de mucha ilusión, gratitud y también de responsabilidad. Ilusión porque, como contadora de historias, publicar mi primer libro ilustrado supone un honor y una alegría inmensa. Gratitud porque está siendo una experiencia maravillosa y tengo al mejor equipo. Responsabilidad porque este proyecto no termina en las páginas del cuento. El movimiento #beland, que busca reivindicar que todos somos iguales y tenemos derecho a estar a salvo y construir una vida digna, tiene mucho camino por delante.

-¿Proyectos futuros?

-Me gustaría que la dimensión solidaria de este proyecto siga creciendo, para que cada ejemplar vendido sea un granito de arena en apoyo a los niños y niñas en contextos de emergencia.

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