Las rosquillas de Amy Abelleira son de hierro
La haltera viguesa Amy Abelleira continúa su progresión tras lograr la victoria en el Campeonato de España júnior
Trabajo pausado y con calma. La viguesa Amy Abelleira escala, poco a poco, en el panorama español en el mundo de la halterofiliay su último logro fue conquistar hace una semana la victoria en el Campeonato de España júnior disputado en la localidad murciana de Los Alcázeres. Allí se impuso para hacerse con el triple oro -arrancada, dos tiempos y total olímpico- en su modalidad de hasta 71 kilos. Un logro que se suma a la treintena de preseas sumadas en certámenes estatales desde su primera aparición en ellos hace un lustro.
“Comencé a hacer este deporte con 11 años y, por lo tanto, ya llevo casi siete. Entreno halterofilia tres días a la semana y otros tres hago musculación o crossfit. Entré por medio de mis padres, que entrenaban crossfit desde hace muchos años”, manifestó la deportista. De hecho, la llegada a la competición con la barra y las pesas llegó porque “fui a una clase de halterofilia para mejorar la técnica y ya me dijeron de competir”. Así, a los 13 años, acudió a su primer Campeonato de España. El de Murcia fue el último, por el momento.
“En el calentamiento, me encontraba bien, pero eso nunca se sabe. En la arrancada, hice los tres válidos, pero en el dos tiempos solo pude hacer dos. En todo caso, me sirvió para ganar”, explica Amy Abelleira. En la cita, de hecho, no partía como favorita y sí lo hacía Athenea Santana, que, pese a tener un registro mayor, no tuvo el día bueno y se quedó en 166 kilos por los 172 de la viguesa: “No alcancé mi máximo, pero sí me sirvió para hacerme con las medallas”.
La rivalidad con la andaluza Santana promete ser importante en los próximos años porque la del sur de España le quitó el récord estatal sub-15 que hizo Abelleira hace tres años. Eso sí, la viguesa mantiene una buena rutina de trabajo que le permitió mejorar de forma notable (unos 30 kilos en el total olímpico) en el último trienio. “Lo que buscamos es una progresión y aprender a competir. Siempre haciendo movimientos válidos y con buena técnica. De cada movimiento, solo tienes tres intentos. Se hace arrancada, que se levanta la barra por encima de la cabeza de forma directa, y dos tiempos, que se para en el cuello. Hay tres intentos válidos solo y, si no tienes buena técnica, no hay otra opción”, explica la viguesa sobre la forma de competir.
Con esos 18 años, ya habla con mucha naturalidad de técnica, movimientos y estilos. “En la modalidad de arrancada, hay que hacerlo de una vez, con un agarre más ancho y es el movimiento más técnico. Y, por lo tanto, también el que mueve menos peso. Lo que intentamos es mantener la barra pegada al cuerpo, tratar de extender los brazos y meterte debajo de la barra”, explica Abelleira con sencillez. Y, en ese momento, ejecuta con precisión la acción. Las dificultades llegarán cuando las rosquillas -pesas- engordan en los laterales hasta el límite. “En los entrenamientos, no buscamos el peso máximo. Cuando más cargamos vamos hasta el 90 o 95%”, relata con claridad.
La segunda modalidad es la de dos tiempos. “El agarre es más estrecho y sí que se mueve un poco más de peso. Se puede hacer jerk, que es el habitual, o push jerk, que es sin abrir los pies”, relata.
En las competiciones, se hacen las dos modalidades y la victoria absoluta sale del global, la suma de ambas cantidades. Como en la mayoría de disciplinas de élite, las categorías están determinadas por el peso, de forma que la clave es levantar el máximo posible, pero con el músculo justo para dar el peso. Por lo tanto, poner un ojo en la alimentación es clave para cualquier haltera que aspire a alcanzar un gran nivel.
Amy Abelleira llegó a la halterofilia de la mano de su madre, Bibiana Rey, que la acompaña en casi todos los entrenamientos en el Iron Box de Castrelos y en muchas de las competiciones. Si hace unos años era la mayor la que ‘liaba’ a la pequeña, ahora ya manda el calendario de Amy Abelleira que, tras la entrevista, escribía en el tablón del Iron Box la sesión de entrenamiento en “una semana de descarga”. Rey, la matriarca, sabía que tocaba sufrir un poco, pero mezcla esa sensación con el orgullo de ver a su ‘pequeña’ ser considerada deportista de alto nivel y, también, avanzar en los estudios sin descuidarse tras la criba que siempre supone el Bachillerato.
Ya se sabe que el deporte se sufre y se disfruta y si, además, se hace en familia, el sufrimiento se lleva un poco mejor y el gozo eleva los niveles. Aunque la paliza en el cuerpo se lleva y se asimila.
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