Juan José González: “La iglesia tiene siempre que actualizarse y para eso está la formación”
"Los jóvenes son el gran problema de la iglesia, se han automarginado y no quieren entrar en el ámbito de los mayores", asegura el secretario del Centro Teológico San José
Juan José González es secretario general del Centro Teológico San José (antiguo Seminario), un lugar que sirve de formación para quienes se preparan académicamente para el ministerio pastoral. Afiliado a la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca, en 2022 se convierte en Centro Teológico.
¿Qué clase de formación se ofrece en el centro “San José”?
El Centro Teológico comenzó su andadura para la formación de los futuros sacerdotes. Incluso llegó a tener el grado de Licenciatura en Estudios Eclesiásticos, unido a la Universidad Pontifica de Salamanca. Pero la disminución de seminaristas y un criterio general de la Iglesia, con una idea de unificar todo en Galicia, hizo que esos estudios se trasladasen a Santiago. Allí, ahora hay un seminario interdiocesano, con una formación específica de los candidatos al sacerdocio. Aquí, nos quedamos con la formación de los laicos, es decir, de los que no son sacerdotes y la formación permanente de aquellos que ya están trabajando para la Diócesis.
Luego, esa formación y sus conocimientos, ¿en qué ámbitos se van a aplicar?
En varios. Normalmente, siempre es para una acción pastoral, que puede ser colaborar en parroquias o impartir catequesis. Estamos acostumbrados a que una persona con buena voluntad ejerza de catequista. Y claro, solo sabe los elementos fundamentales. La Iglesia vive de la fe, que siempre es la misma, pero también quiere estar con la realidad del mundo que le rodea. De alguna manera, la Iglesia siempre tiene que actualizarse y para eso está la formación. Es una vía importante. En definitiva, todos los que quieran realizar alguna función en las parroquias. Luego, también están los diáconos permanentes. Son hombres casados que se ordenan y sirven a la Iglesia. Ellos pueden casar, pueden celebrar la liturgia de la Palabra y dar la comunión o bautizar. Así, son un apoyo muy importante para la Iglesia.
Se estudian asignaturas poco corrientes como “El mundo de la Biblia”, “Antiguo y Nuevo Testamento” o idiomas como el “Hebreo”.
El mundo eclesiástico es muy amplio. Lo que figura en la sociedad es si ir a misa o no los domingos, o los casos negativos. Pero realiza una función fundamental. Normalmente, las iglesias deberían estar abiertas, pero no solo como edificio, para que se hagan las oraciones, sino también a todo el mundo que quiera participar. Este año, la Diócesis va a hacer una especie de rastreo o encuesta donde se quiere conocer la realidad de la glesia y también de la sociedad actual. Para gente que esté dentro de la Iglesia, pero también fuera. Hay que saber lo que opina y quiere la gente, porque la iglesia no es monolítica, aunque algunos de dentro lo sean. Tiene muchos carismas.
Ese acercamiento a la sociedad, ¿también se pretende hacerlo en los jóvenes?
Ese es el gran problema de la Iglesia, pero también de la sociedad. Los jóvenes se han automarginado en otros ámbitos, pero igual no quieren meterse en el ámbito de los mayores. Nosotros, por ello, tenemos una pastoral juvenil. Lo ideal sería que la parroquia fuese abierta. Y lo es, al menos se intenta. Pero si se centra en cosas de mayores, igual los jóvenes no se encuentran en su ambiente. Por eso aparece la pastoral juvenil. Esa delegación diocesana trasciende un poco el ámbito de las parroquias y convoca a chavales para actividades un poco más cercanas al mundo juvenil. Por ejemplo, las jornadas mundiales de la juventud. Lo ideal es que todos disfrutemos de la celebración de la eucaristía. Y, por supuesto, la formación en el San José también es para ellos. Han entrado en el último año jóvenes catequistas que se quieren preparar.
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