Extremadura Hernández: “Que el límite de edad esté en los 40 años es un poco prematuro”

Hace un par de meses que Rubén Extremadura Hernández (Vigo, 1984) hizo un punto y aparte en su extensísima carrera arbitral, que abarca todo lo que va de siglo. El tope de edad de los 40 años le impide continuar en Tercera. Él lo asume, no sin reivindicar que es justo en esa frontera cuando “un árbitro está en plenitud”. Atrás quedan infinidad de vivencias. Por delante, muchas más, ahora en categorías autonómicas y de base.

¿Cómo se siente?

El periplo por Tercera duró 17 temporadas, que han sido muy intensas y maravillosas. Ha sido muy apasionante y creo que va a ser difícil de sustituir ese fútbol de categoría nacional.

¿Qué le parece el tope de edad?

No queda más que asumirlo mientras nadie cambie los límites, que parece que no va a ser a corto plazo. Pero 40 años es, tal vez, un poco prematuro. Estás en tu plenitud. Igual físicamente no eres un portento, pero en los campos en los que un árbitro debe destacar estás más maduro.

¿Se veía bien para seguir?

Sí. Ya digo que a nivel físico, los jóvenes que vienen son unos portentos. Pero, en cuanto a control de partido, serenidad y contemporización notas que estás a otro nivel.

En cuanto a la actualidad, ¿qué le parece el nombramiento de Fran Soto como jefe del CTA?

Sopresivo y no. Por un lado, ha sido una designación impresionante. A nivel arbitral, lo máximo que puede haber en España. Pero por otro, no nos sorprende tanto a los que lo conocemos porque sabemos de su buen hacer. Es de esas personas que despuntan, que rápidamente te las levantan.

“Fran Soto (nuevo presidente del CTA) tiene mano de hierro y guante de seda; es muy buen gestor"

¿Qué va a aportar al colectivo?

Capacidad de gestión, liderazgo. Sobre todo, a nivel de colectividad es muy buen gestor. Una persona con muy buenas dotes de mando. Como se suele decir, mano de hierro y guante de seda. Aplica las normas sin que te enteres y siempre está ahí para todo.

¿Qué le parece el VAR y la manera en la que se emplea?

Hay muchísimos puntos de vista. Por ejemplo, para que entre en la Premier tienen que ser cosas clarísimas. Aquí en España son más intevencionistas. Personalmente, me parece una herramienta muy buena porque los árbitros no somos perfectos y cometemos errores. Tenemos que decidir en segundos y, aunque no quieras, te equivocas. Tener esa herramienta como salvaguarda es maravilloso. Pero lo bonito es seguir arbitrando sin contar con esa red, aunque es una maravilla tenerla.

¿Qué sintió tras su último partido, un Polvorín-Villalbés?

Fue en el Anxo Carro. Todo idílico. Parecía hecho para mí. La verdad es que me embargó la emoción. Además, los dos equipos me tenían preparado una pequeña despedida. Sinceramente, no lo sabía. Yo soy muy discreto y casi me voy para el vestuario de la vergüenza que me estaba dando. Me siento muy agradecido por ello. Las sensaciones estaban a flor de piel, se te pasan muchas cosas por la cabeza porque minutos antes del final, sabes que te estás despidiendo. Es un buen cóctel de sentimientos.

¿Qué partidos recuerda con especial cariño?

Los de los grandes escenarios. San Lázaro, Abegondo, O Couto, Anxo Carro, A Malata… Por lo general son partidos con los que te quedas.

"En mi último partido me embargó la emoción; se te pasan muchas cosas por la cabeza"

¿Alguno especialmente difícil?

En tantos años es imposible no haber tenido problemas y alguno hay que se ha complicado. Tanto por mi posible inmadurez, como por problemas con los equipos. No destacaré ninguno en particular, pero los hubo.

Habla de inmadurez, ¿cuánto ha evolucionado su arbitraje?

Lo árbitros, igual que cualquier futbolista, pasamos por las categorías y conseguimos madurez. Es lo que te permite encontrarte más cómodo, llegar más fácil a los jugadores. Cuando te conocen, ellos también saben hasta dónde pueden llegar. Ya no te tienen que probar, que es lo que les gusta. Ese proceso ya estaba hecho por mi parte. Pitar en Tercera era simplemente ir a disfrutar.

Echando un ojo a actas antiguas, su número de tarjetas ha bajado.

Todos evolucionamos. Efectivamente, el número de tarjetas ha descendido drásticamente. No solo porque yo me haya ido amilanando con los años y templando la mano, sino porque los equipos ya no te ponen a prueba. Como se suele decir, te lo has ganado. Por eso, una vez alcanzas la velocidad de crucero a los 38 años, que te llegue el límite es complicado de digerir porque estás cómodo y te dejan arbitrar. Pero hay que cogerlo como viene.

¿Cuánta preparación psicológica necesita un árbitro?

La Federación ha implementado unos procesos que nos ayudan a estar más tranquilos. Si la cosa se complicaba hace años, con insultos graves o peleas, no pasaba nada. Si sucede ahora, puedes activar las tres fases de un protocolo que acaba con la suspensión del partido. Pero tú tienes que estar preparado a nivel psicológico para arbitrar a dos equipos que quieren ganar y que van a intentar influir en ti como puedan.

¿Cómo lleva la normalización del insulto y el riesgo de agresión?

Es complicado. Lo que más, cuando critican el acierto e intentan transformarlo en un error para llevar la pelota a su terreno. Eso me parece increíble. Y a nivel de ver en riesgo la integridad física, gracias a dios sucede ya poquísimas veces, aunque esta temporada hemos tenido dos o tres agresiones. La sociedad las demoniza y empatiza con el árbitro. La persona que actúa de esa manera es repudiada.

“Muchos niños asisten con estupefacción a ver cómo sus padres insultan al árbitro”

En fútbol base es aún más triste.

En alevines y benjamines es donde los padres tienen un papel más relevante y donde se espera que los niños encuentren al otro lado de la valla un apoyo. Por eso, estas personas son ciertamente desviadas. Niños de 8 años viendo cómo su padre o su madre, que son sus referentes, están insultando a un árbitro. Muchos chavales asisten a ello con estupefacción. Sienten vergüenza ajena porque los compañeros les dicen 'vaya espectáculo montó tu padre'. Incluso los propios clubes. Algunos toman decisiones drásticas y es el hijo el que deja de disfrutar de su estadía en el equipo por la actitud de los padres. Y ya no solo con el árbitro. También con los entrenadores, tratando de influir en sus tácticas, diciéndole al niño 'corre por aquí' y demás.

¿Qué siente al ver esas cosas?

Personalmente, casi ni te enteras. Es mucho más incómodo que haya x personas insultándote en un campo de mil. En un recinto con 50 padres, si hay uno que se pasa el partido increpándote, llama la atención mucho más y parece que está dando la nota.

"El arbitraje es un cúmulo de amistad, se genera un nivel de conexión como en una familia"

¿Qué le lleva a seguir con niños tras 17 años en Tercera?

Hablas de los niños en los equipos, pero nosotros también los tenemos. Entran con 12, 14 años y a mí me encanta llevarlos de asistentes. Están empezando y van muchísimo más cómodos con una persona con tablas porque saben que cualquier error que cometan se lo vamos a corregir. Ahora tenemos los intercomunicadores y estamos hablando con ellos todo el rato, con una información en tiempo real que hace el proceso de aprendizaje mucho mejor. Son muy agradecidos. Es una educación arbitral que va más allá de las reglas.

También hay veteranos que guían a los jóvenes.

Por supuesto. Normalmente, juntas nuevos con veteranos. Puede haber alguna equivocación, pero suele ir todo muy bien y los chicos están tranquilos. Si sumas nerviosismo con nerviosismo no es una buena mezcla, pero con nosotros están cómodos.

¿Qué tiene el arbitraje para que le enganche tanto?

Es un cúmulo de amistad. Como un equipo. Llegas, empiezas a entrenar con gente, conectas hasta el nivel de una familia. Porque los partidos no es arbitrar e irse. Luego siempre vas a tomar algo y comentas tus anécdotas con un grupo de amigos. Se genera un vínculo muy grande. Llegas hasta el nivel de una familia. Yo lo veo como un ghetto.