Carguen, apunten y “al centro” para Juan Saavedra
Tiro olímpico
Juan Saavedra, medalla de plata en París, ya piensa en Los Ángeles porque, a los 51 años, “sigo mejorando”
Carguen, apunten, fuego", es una canción de Joaquín Sabina que habla de los tiempos de la mili obligatoria y demás historias del pasado, pero Juan Saavedra pronto matiza que “esto es un deporte. No tiene nada que ver con ser militar o policía”. Habla del tiro olímpico, de una disciplina de extrema precisión en la que suma tres medallas paralímpicas. En su caso, sin querer, pero parafrasea a Sabina: “Carguen, apunten y al centro”, describe sobre la mecánica.
Y el centro es la extrema precisión. Darle en medio de una moneda de un céntimo dividida en nueve arcos concéntricos es el diez. El 10.9 es la máxima puntuación. El círculo más pequeño, el centro absoluto, tan preciso que, incluso, el arma de 4.000 o 5.000 euros hecha a medida no lo alcanza. “Esta carabina, haciendo test en un banco de tiro. Es decir, puesta en una mesa e inmovilizada, dispara como mínimo al 10.8”, asegura su dueño. En su caso, fue realizada por la marca a medida y con peticiones varias del propio tirador vigués porque “el arma es fundamental. A veces, viene una marca y te hace propuestas, pero tienes que estar muy seguro porque es la herramienta de trabajo y es clave”.
Con ella, obtuvo en Londres su tercera medalla paralímpica, la segunda de plata y la primera en la carabina de diez metros. “Fueron unos Juegos muy difíciles porque notaba la presión. Venía de hacer podio en Tokio, el ciclo fue más corto y todo el mundo comienza a decir que tienes que sacar medalla. Tú quieres sacar medalla y se nota”, describe. La obtuvo en su primera competición, en la carabina de 10 metros de aire, que no es su arma predilecta. Lo es el rifle de 50, pero “se dispara en interior y sí que me gusta mucho. Lo que pasa es que igual no la trabajaba tanto como el 22 (nombre del calibre del rifle)”.
Fueron los Juegos más difíciles, notaba mucho la presión; todo el mundo hablaba de medalla”
Obtuvo la presea el pontevedrés en un año que, además de la presión, resultó lleno de dificultad porque “comenzaron las obras en el campo de tiro de Pontevedra y tuve que ir mucho a Ourense. Pero es una actuación necesaria y espero que la terminen pronto. Por ejemplo, yo estoy en desventaja porque esta carabina de 10 metros, que se compite en indoor, y yo no puedo entrenarla bien porque en Pontevedra no hay galería interior”, relata Juan Saavedra. Una circunstancia más que no le impidió brillar en París y que ‘salvó’ los Juegos con un “objetivo conseguido”, ya que en el rifle llegó la fatalidad. “Me rompió el tope de mano tras terminar primero en la clasificación. Era una pieza nueva porque se me había roto la anterior unos meses antes y que pase así es algo muy raro. Pero pasó y tienes que seguir adelante. En esas circunstancias, bastante hice con terminar cuarto. Lo asumes y punto”, comenta con resignación. No queda otra porque era algo que se escapó a su control, a esa precisión milimétrica del tiro.
A los 51 años, el tirador está lejos de plantearse la retirada. “Unos meses después de los Juegos tuve una Copa del Mundo e incluso hice una mejor puntuación. Sigo mejorando, poco a poco, porque ya estoy en un límite que es complicado mejorar, pero lo sigo haciendo”, manifestó. Así, no se pone límites, y asegura que “la clave es que tengas ganas de seguir entrenando. Es un deporte que necesitas mucho entrenamiento y yo, aunque me lo paso muy bien en la competición, sigo disfrutando mucho de los entrenamientos. Lo paso muy bien y voy a seguir”.
Pienso seguir; todavía noto que mejoro, poco a poco, porque apenas hay margen, pero avanzo"
Los resultados avalan a Juan Saavedra, que ya piensa en la clasificación paralímpica que comienza el próximo año con Los Ángeles en el horizonte. Antes quedan muchos tiros por hacer con la carabina de diez metros o el rifle de 50. Y, de camino, explica que la tecnología entra poco a poco con “blancos electrónicos que son más ecológicos y te permiten ver la puntuación al momento”. Incluso probó pistolas láser. “Son mucho más sencillas porque ahí no influye el viento, ni la luz, ni nada. Para el tiro olímpico no lo veo, sí para otros deportes en movimiento”.
Las pistolas láser las probé pero no lo veo; es mucho más fácil porque no influye la luz ni el viento"
Medio en serio, medio en broma, siempre hay alguien que le pregunta por el ‘tiro pichón’ de las fiestas. También son balines como la carabina de diez metros, pero pocas similitudes tienen. “Ahí lo que tienes que ver es lo que desvían y hacia dónde para poder precisar”, relata.
"Mi anterior rifle era más preciso tras una avería"
El tirador olímpico Juan Saavedra explica que el arma es clave en su deporte y también lo es la elección de la munición. Incluso que “una serie de balas pueden venir bien a un arma e ir mal con otras. No existe una lógica". De hecho, comenta que con su anterior rifle, el usado en el ciclo olímpico, “tuve un error y me quedó una bala dentro del cañón. Al meter otra, lo dañé y, en medio, le quedó como una zona más ancha”. Pudo ser el final de su arma y, curiosamente, “disparaba mejor después. Era más fiable. Por eso digo que no tiene explicación y, aunque se fabriquen igual, nunca salen las armas idénticas al 100%".
Es la precisión máxima en la que trabaja el tiro olímpico, hasta el punto de hacer selección de munición, balines o balas, y probar las armas hechas y ajustadas a medida en bancos de pruebas. “Si engordo un kilo, por ejemplo, ya tengo que tocar algunos ajustes en la carabina”, relata Saavedra. También sucede en el rifle de 50 metros e, incluso, con un cambio de traje. “Se busca que la sensación siempre sea la misma”, expresó el pontevedrés residente en Vigo.
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