Antonio Valín, obispo de Tui-Vigo: “Hoy los obispos no mandamos nada, nos toca dar servicio a la gente"

El Papa Francisco designó este verano obispo de Tui-Vigo al sacerdote Antonio José Valín Valdés, que era hasta ese momento vicario general de la diócesis de Mondoñedo-Ferrol. “Estoy todavía aterrizando, conociendo la diócesis”, reconoció en el set de Atlántico TV, por el que pasó esta semana. Nació en Ribadeo el 24 de febrero de 1968 y fue ordenado sacerdote en la catedral de Mondoñedo el 14 de marzo de 1993. Su ministerio sacerdotal lo desarrolló principalmente en la diócesis de Mondoñedo-Ferrol donde desempeñó distintos cargos: formador y profesor del seminario de Mondoñedo (1992-1999) y rector del seminario menor de Mondoñedo. Su actividad pastoral comenzó en la parroquia de Santa María A Maior de San Sadurniño, donde ejerció como párroco entre 1999 y 2001. A continuación fue nombrado párroco de Santiago de Foz y otras parroquias de la zona, de 2012 a 2019. Fue administrador diocesano y canónigo de la catedral de Mondoñedo.

¿Cómo es pasar de párroco a obispo, hay mucha diferencia?

Hay diferencia, no solo en el hacer, que haces cosas completamente distintas, sino en la responsabilidad. Yo me movía por una zona costera, tenías parroquias. Ahora es una realidad totalmente distinta, muchas cosas, mucha novedad, estoy todavía aterrizando porque todo es nuevo, con la gente y con las cosas. Estoy tomando todavía el pulso a lo que significa ser obispo. Por las mañanas tengo que decir, eres obispo.

¿Qué le parece su diócesis, es una de las más pequeñas de España, pero muy poblada?

En distancias me sorprende muchísimo. Yo vengo de una diócesis pequeña en gente, pero grande en extensión, cualquier movimiento eran kilómetros y kilómetros. Aquí se recorre fácilmente. Es una diócesis muy bonita, que todavía estoy descubriendo porque no he estado en todas las parroquias y todos los sitios.

¿Conocía Vigo antes de su nombramiento?

Muy poco. Conocía algo más Tui porque era la típica parada que hacíamos cuando íbamos de excursión con la parroquia hacia Portugal.

¿Y qué le parece?

Es una ciudad. Vigo es la ciudad de Galicia y tiene todo eso que tiene una ciudad, es verdad que también cuenta con toda esa parte más semiurbana. Con un gran potencial para muchas cosas.

Estuvo en Roma hace unos días en un “curso” para obispos. No sé si puede contar algo.

Sí, claro. Cuando nos hacen obispos hay un curso de todo el mundo y allí nos encontramos 152 obispos, todos recién nombrados, muy interesante. El Papa está bien físicamente y mucho mejor aún de cabeza.

Llega justo el año en que cierra el Seminario Mayor de Vigo, lo que confirma lo difícil de encontrar vocaciones en una sociedad cada vez más laica.

No cierra sino qu ecomo centro de estudios para seminaristas ahora está en Santiago. Nunca fue fácil encontrar vocaciones. Es el reto para cualquier tipo de vocación en la Iglesia. Tenemos que descubrir esa llamada y de qué manera vivirla.

¿Cuántos sacerdotes son, un centenar?

¿En Mondoñedo?

No, aquí en Tui-Vigo.

Aquí somos más, 160 o por ahí. Y hay de todo, ves un grupo importante de curas de cincuenta años y dices esto es una gozada. Es el momento que nos toca vivir y es el signo de los tiempos. Nos tiene que invitar a buscar nuevas formas de vivir el Evangelio y que no dependa solo del cura.

En la diócesis hay dos grandes iglesias, la Catedral de Tui y la Concatedral de Santa María de Vigo. ¿Cómo es la ‘convivencia’?

Creo que están bien. Tui es el núcleo histórico y de ahí partimos, en una ciudad más pequeña, y aquí en Vigo la Colegiata la Concatedral está intentando ser el centro que aglutine toda la vida pastoral y de la Iglesia de Vigo, sin perder el resto identidad. Son dos referentes muy importantes en la diócesis.

¿Lleva tres meses de obispo, qué se ha encontrado que le sorprenda?

No soy de los que les gusta estar en el centro, y desde que eres obispo estás en el centro siempre. Me cuesta adaptarme. La diócesis la estoy descubriendo, con mucho potencial, es una realidad muy interesante, con una gran área urbana y el trabajo pastoral, y después los pueblos y villas.

¿Cuándo le anunciaron su nombramiento, cómo lo tomó? ¿Cómo fue quién le llamó?

(Se ríe) Llaman de la Nunciatura. Estaba dando clase y no cogí el teléfono en toda la mañana. SE puso en contacto mandándome un correo electrónico y anunciándome que tenía que hablar conmigo y algo el tema. Cuando lo leí fue una sorpresa. Me quedé mu descolocado. Siempre digo que estas cosas de ser obispo le pasan al otro, pero nunca te pasa a ti. En este caso fue a mí. Me descolocó. Nunca, nunca había pensado en esa posibilidad para mí.

¿Nunca pensó en ser obispo?

Qué va, qué va, nunca.

Antiguamente, mandaban mucho los obispos, hoy…

Nada… hoy no mandamos nada. Qué va. Yo creo que hoy día la manera de entender el servicio de un obispo es con tu gente, con tus curas, con los laicos y entre todos intentar camino. Aquella imagen de un obispo autoritario… eso ya es historia.

¿Qué le gustaría hacer en su tiempo como obispo de Tui-Vigo?

Lo más inmediato es conocer la realidad, conocer a la gente, conocer las parroquias y la realidad de la Iglesia de Tui-Vigo. En el futuro, pues ser un compañero de camino, yo eso lo tengo muy claro. Ante de llegar yo aquí hubo mucha historia en la Iglesia de Tui-Vigo y espero que el día que me marcha siga todavía muchísimos años. Yo me incorporo ahora con la gente que está aquí y con esa tengo que hacer camino. Eso es lo que espero y jubilarme y morirme aquí así que…

¿Qué tal encontró el palacio episcopal de A Guía?

Muy bien, acogedor y bonito. Mucha casa para mí, pero está bien, y el sitio es precioso, con vistas de alucine.

Un asunto que le toca de refilón, hay un monasterio, Alveos, en Crecente, que está en venta. Hay mucho intento de recuperarlo, no sé si podrían hacer algo.

Estoy aterrizando y no lo conozco, así que todavía no sé qué se puede hacer ahí.