Antonio Abellán: "Las monjas siempre están encerradas, pero muy pendientes de la actualidad"

Antonio Abellán es biógrafo de las Salesas de Vigo desde 2017, año en que publicó “El tesoro escondido”. El libro se puede adquirir por la voluntad en el propio convento de la Visitación de María, en el barrio de Teis y allí, este viernes, a las 18 horas, se presenta su tercera edición. Con tal motivo, el autor visitó el set de Atlántico TV para desvelar uno de los lugares menos conocidos de la ciudad.

Las Salesas pasan casi de incógnito en una edificación monumental de Antonio Palacios. ¿Cómo es posible?

Lo cierto es que la construcción de Palacios da impresión de gran magnitud. Comparte rasgos con el templo votivo de Panxón y con el de Veracruz, en Ribadavia de la misma autoría. Deja el sello personal del arquitecto con la piedra de Porriño. Es un tesoro en Vigo que sorprende.

¿Cómo llegó a convertirse en biógrafo de esta comunidad religiosa?

Fue accidental. Me acerqué con un compañero para encuadernar un libro y me impresionó el edificio y la humildad de las monjas. Aún las visito con frecuencia. Están ahí, rezando por nosotros, las considero un ejemplo de vida.

Llegaron en 1927. ¿Cuál fue la evolución del convento?

En el momento álgido llegaron a ser 49 monjas, procedentes de Tui. Se establecieron en el lugar de Montecelo, con la compra del chalet de Carlos Bárcena, quien fue primer presidente del Celta de Vigo. Fueron levantando sus muros y construyendo el monasterio lentamente. Las monjas siempre están encerradas, aunque están muy pendientes de la actualidad viguesa.

¿Cuántas religiosas hay ahora?

Ahora viven nueve. Fallecieron dos el año pasado y la madre provincial envió cuatro monjas del monasterio de Lugo. Hay un viguesa, María José Morán. Es una de las veteranas. Llegó de la antigua parroquia del Sagrado Corazón de Jesús en Areal. La anterior iglesia fue destruida y la pila, donde Morán fue bautizada está en el convento.

¿Se esconden muchos misterios entre esos muros?

Hay anécdotas y secretos, algunos se conocen otros se guardan. La comunidad sigue el régimen de clausura papal, que es de las más serias que hay. Se basan en el “ora y labora”. Atienden a través del torno y el domingo acuden a misa en la iglesia. Son los únicos contactos que tienen con el mundo.

Una curiosidad es que en su cementerio está enterrada una prima de la emperatriz Sisí.

Es una de sus primas, la duquesa de Santa Lucía (María Salvadora Bermúdez de Castro y Díez). Venía a pasar todos los veranos hasta que se instaló en el convento. Pagó los gastos de sus aposentos, entraba por la parte posterior con su carroza. Vivió un tiempo allí y murió en Madrid, pero los restos fueron trasladados al cementerio de la comunidad. Es un pequeño camposanto con ocho huecos para las monjas.

Como dice el título del libro es un tesoro escondido al que llegan habitualmente visitantes sorprendidos.

Pues sí. Está escondido y no se prevé que haya esa inmensidad de monasterio tan amplio. Hay muchos que se acercan a la misa del domingo por la mañaña para poder visitar este edificio catalogado como Bien de Interés Cultural.