Xinzo vivió una incruenta batalla de harina en su Domingo Fareleiro

A pesar de la lluvia y el mal tiempo los entroideiros no faltaron a la primera gran cita del carnaval más largo de Europa

Un inmenso manto blanco cubrió a los participantes en el Domingo Fareleiro, que congregó a cientos de entroideiros en Xinzo.
Un inmenso manto blanco cubrió a los participantes en el Domingo Fareleiro, que congregó a cientos de entroideiros en Xinzo.

Las amenazas de lluvia, que la noche del sábado respetó el comienzo del Entroido en Xinzo de Limia, continuó acechando a los que decidieron salir al Fareleiro ayer por la mañana.

El Domingo Fareleiro recibe su nombre de los “farelos”, un tipo de harina que se utilizaba en panaderías y que tradicionalmente se usaba en tiempo de Entroido para manchar la cara de las mujeres con el fin de cortejar con ellas. Con los años, el Fareleiro adquirió su propia fecha e importancia, llegando a ser ya una de las citas más conocidas del Entroido de Xinzo de Limia, aunque no es exclusiva de la villa limiana, pues es una costumbre que comparten muchos entroidos que son de carácter más tradicional.

Aun con el tiempo algo revuelto, por la mañana ya empezó a aparecer gente disfrazada por las calles de la villa, en dirección a la plaza y la calle de los vinos. Los atuendos eran inequívocamente destinados a una simple tarea, protegerse de la harina. Según se acercaba ya la media mañana, la Plaza Mayor se iba llenando de gente, menos que otros años, o por lo menos esa era la impresión hasta llegado el mediodía, que la plaza se llenó a rebosar. Aunque a priori muchos prefirieron quedarse en casa por el tiempo; ni la música, ni la fiesta, ni por supuesto la harina, escasearon.

Sobre las 15,00 horas, las amenazas de lluvia se cumplieron, y la gente que se encontraba a pie de calle corrió a refugiarse a los locales cercanos. Otros aprovecharon para ir a comer y descansar antes del segundo asalto fariñeiro. Aunque breve, la lluvia fue intermitente toda la jornada.

La fiesta continuó después de comer, y a las 16,30 horas sacaron el carro con la harina desde el Museo do Entroido Galego y lo llevaron hasta la Plaza Mayor, donde la repartieron entre todos los asistentes. La harina tiñó de un color blanquecino a todos los participantes del Fareleiro, fuesen cuales fuesen los colores de sus disfraces.

Ya con la entrada de la tarde, la gente continuaba con la guerra de harina y disfrutando del primer domingo de Entroido. Según iba oscureciendo, y con la lluvia y el frío, los locales fueron el refugio para seguir con la “troula”.

El petardazo

La fiesta ya comenzó el sábado a la noche. La música en la calle empezó a las 21,00 horas en la Plaza de San Roque y continuó a las 23,00 horas en la Plaza Carlos Casares, a la espera de la medianoche para dar paso al “Petardazo”. En la plaza no cogía un alfiler a las once y media de la noche, y durante los diez últimos segundos antes de medianoche se escucharon miles de voces celebrando el Entroido más largo de Europa.

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