Seis mujeres sustituyen a los párrocos en la Cataluña rural
Reconocidas como “laicas en misión pastoral”, realizan tareas litúrgicas en ausencia de curas
Seis mujeres, reconocidas como “laicas en misión pastoral”, realizan “sustituciones” ante la ausencia de curas ordenados suficientes para dar servicio religioso en todos los pueblos de Cataluña y dirigen celebraciones litúrgicas con comuniones previamente bendecidas para que nadie se quede sin misa. Ellas son Concepción, Rosa María, Núria, Montserrat, Rosa y Lola, quienes tienen el reconocimiento del arzobispado de Tarragona, que les ha facilitado llevar a cabo la tarea y destaca su valía y la oportunidad que representan para “hacer más visible el trabajo de la mujer en la Iglesia”.
Comparten responsabilidades con los escasos sacerdotes que prestan servicio en los arciprestazgos de Penedès, Urgell-Garrigues, Tarragona-Llevant, Priorat y Baix Camp, algunos geográficamente en Lleida, aunque pertenecientes al arzobispado de Tarragona. “Fue la falta de rectores la que nos llevó a descubrir el carisma de las laicas dentro de la Iglesia. Aunque la figura creció por esa carencia, y aunque ahora de golpe llegaran suficientes curas ordenados, no se dejaría de contar con ellas”, explica el portavoz del arzobispado de Tarragona, Simó Gras.
La mayoría de estas mujeres llevan media vida dedicada en mayor o menor medida a “asistir” a sus parroquias, dando acompañamiento a enfermos, gestionando las catequesis o yendo a residencias, pero de un tiempo a esta parte han ido ganando peso también desde el púlpito según iban menguando los ordenados disponibles, una función que hace años reconocen era vista con “reticencias” por algunos feligreses por el hecho de ser mujeres, si bien a día de hoy “todo el mundo lo vive con normalidad”, comenta Rosa Maria Sànchez. “La gente agradece poder ir a una celebración litúrgica en su población y con asiduidad. Si tuvieran que venir los dos párrocos que hay no sería posible”, añade
SOLO PALABRA DE DIOS
Deja claro que ellas no consideran que lo que hacen es “misa” propiamente, sino “lecturas de la palabra de Dios”, aunque reconoce que lo importante para los creyentes que acuden a la parroquia es pregar en comunidad más allá de etiquetas.
Concepción Motlló, la más activa, se reparte con un cuadrante las liturgias de Arbeca y las poblaciones cercanas con el párroco de la zona. “El sábado hago yo Arbeca y él Els Omellons y el domingo al revés. También nos organizamos así para asistir a otros pueblos. Nos vamos turnando y así puede haber servicio en todas partes”.
A la celebración de la lectura del sábado en la población leridana de Arbeca, conocida por la aceituna arbequina, acuden media docena de feligreses a pesar de que a las 19 horas la oscuridad y el frío del silencioso pueblo no son el mayor estímulo para salir de casa. Concepción, que dirige la celebración de la palabra y entrega las comuniones previamente bendecidas por el párroco, explica que hace años que vienen preparándose para asumir estas tareas y que no resulta ningún problema para los que acuden a la iglesia, en su mayoría también mujeres.
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