Manuel Franco Tejero: "No estoy seguro de que estemos aprendiendo algo de esta pandemia"

Desde el principio, las autoridades incidieron en que el virus afectaba a todos por igual, pero cabe preguntarse si esa afirmación es cierta. El epidemiólogo Manuel Franco Tejero, experto en salud urbana, profesor de la Universidad de Alcalá y de la John Hopkins de Baltimore y portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (Sespas), pone énfasis en lo contrario. “Es una gran falacia, en cuanto te paras un segundo te das cuenta de ello, influyen muchos factores: tu género, tu edad, tu vivienda, tu alimentación…”, asegura.

Tejero protagoniza la conferencia del Colegio de Médicos de Ourense de hoy, “Pandemias en las ciudades globales”, en la que desgranará las diferencias sociales que influyen directamente en cómo cada persona vive esta crisis sanitaria. La cita es telemática, a las 19,30 horas, a través del canal de Youtube del Colegio.

Desde marzo de 2020 hasta ahora, las medidas gubernamentales contra la pandemia han sido las mismas para todos…

Sí, pese a que la sociedad no es igualitaria. No vive igual la pandemia un hombre que una mujer, los mayores y los niños, ricos y pobres, los que viven en un campo o en ciudad, los que habitan en una casa de 40 metros cuadrados y los que lo hacen en una de 120 metros… Incluso dentro de España, no es igual para unas comunidades que otras, ni siquiera entre las distintas provincias de una misma comunidad.

¿La sociedad se olvidó de estas desigualdades?

Sí, hemos estado muy obsesionados con la parte más política y con los números, y eso es una parte pequeña, hasta cierto punto un poco superficial. Cuando empiezas a hablar de desigualdades sociales, la mirada cambia.

Pero la pandemia las puso de manifiesto.

Claro. Hemos visto la importancia de la vivienda, del tipo de trabajo y del nivel de lo que llamamos salud basal, es decir, la salud que uno tiene antes de que llegue la infección.

Sí se habló, sin embargo, del mayor riesgo de las personas mayores.

Las personas mayores, obviamente, han sido muy relevantes en la pandemia, porque el 86% de los fallecidos tenía 70 o más años, y el 99% tenía 60 o más, lo que da una idea de la afectación. Pero también es importante reflexionar sobre la realidad de una España envejecida urbana, y de una España urbana envejecida y desigual.

El caso de los trabajadores esenciales, por ejemplo, llama la atención. Su riesgo a contagiarse era más alto, sobre todo al principio, pero no todos han sido vacunados.

Nos hemos obcecado en la vacunación por edades y nos hemos olvidado mucho de la vacunación por grupos de trabajadores, lo que yo creo que es un error, hasta cierto punto. Por ejemplo, sí se ha vacunado a los profesores de primaria y secundaria, pero no a los de universidad. Para el que tiene 66 años y sigue dando clase, esto es un absurdo.

¿Por qué es clave estudiar la vida en las ciudades?

Porque hoy en día, en España y en Europa el 80% de la población vive en ciudades, y debemos estudiar la ciudad como un lugar que te da la salud o te la quita. Investigar la realidad de las urbes afecta a muchísimas personas, cada vez somos más los que lo hacemos. Incluso en Galicia o en Asturias, que pueden ser las zonas más rurales del país, también es mayor la población urbana. Además, tenemos el problema de la despoblación.

¿Qué factores influyen en la salud urbana?

Esa es la pregunta del millón. En Madrid hay una diferencia de 10 años en la esperanza de vida entre unos barrios y otros. Te toca nacer en un barrio y vives 10 años más o menos, es así. No hay un solo factor, ni cinco, hay muchos. Ayer mismo la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó un artículo basado en un millón de datos sobre que las personas que trabajan más de 55 horas a la semana tienen un 40% más de riesgo de sufrir un ictus, y un 17% más de sufrir un infarto.

¿Por qué?

Porque si trabajas tantas horas qué tiempo tienes para hacer deporte, para comer bien, para hacer actividad física, a qué nivel de estrés estas sometido… Es más probable que esa persona beba o fume más que una que trabaja menos, probablemente duerma mal, seguramente tendrá un nivel de conocimiento de la salud bajo… En Epidemiología estudiamos todo esto, y no son problemas de fácil solución, sobre todo en las ciudades, porque cada vez estamos más segregados, nos separamos más unos de otros. No es que tú seas pobre y yo rico y vivamos todos en el mismo bloque, es que cada uno en un barrio, muchas veces ni nos conocemos, ni nos imaginamos, desconocemos completamente la desigualdad.

¿En qué afecta esta separación?

Las ciudades son la manera en la que nos hemos organizado para vivir, es la razón por la que son exitosas. Nos juntamos para estudiar y surgen buenas universidades, nos juntamos para trabajar y surgen buenas empresas, buen transporte público, buenos teatros, estadios de fútbol… Para que funcione todo esto, tenemos que estar juntos, y lo que ha hecho esta pandemia es separarnos. El pecado de la ciudad ahora mismo es un pecado original: la razón por la que nos hemos juntado, de repente, no funciona.

¿Hacia dónde tienen que dirigirse las políticas urbanas tras esta crisis sanitaria?

Hay varias cosas que son clave, varias enseñanzas que debemos adoptar. Una es vivir afuera, tenemos que ganar espacio público abierto, otra es el transporte, cuanto más seguro, más continuo y más activo sea, mucho mejor. En eso entramos en la una parte que no es puramente covid sino también tiene que ver con la sostenibilidad: hay gente que sigue teniendo miedo al transporte público en las grandes ciudades y se tira más de coche, no puede ser. Además, tenemos que ganar espacios verdes, en Ourense, por ejemplo, que el río siga ganando espacio. La renaturalización urbana no es solo tener parques, sino también cuidar el espacio alrededor de ríos, lagos, del mar.

¿Cree que si viene otra pandemia la gestión será mejor?

Me gustaría decir que sí, pero no estoy seguro de que estemos aprendiendo algo.