Japón reactiva la instalación nuclear más grande del mundo

El proyecto de ley autoriza la central más de catorce años después del desastre en Fukushima

La central nuclear de Kashiwazaki-Kariwa, en Japón, vista desde el aire.
La central nuclear de Kashiwazaki-Kariwa, en Japón, vista desde el aire. | EP

La Asamblea de la prefectura japonesa de Niigata aprobó ayer un proyecto de ley presupuestario para reactivar la central nuclear de Kashiwazaki-Kariwa, la más grande del mundo, más de catorce años después del desastre en Fukushima Daiichi, que sufrió un grave accidente nuclear en 2011 a raíz de un devastador seísmo y un posterior tsunami. “Garantizar la seguridad será un proceso continuo. Empezaremos a difundir las medidas de seguridad y a preparar rutas de evacuación y refugios”, ha afirmado tras la votación el gobernador de la prefectura, Hideyo Hanazumi.

La planta tiene actualmente siete reactores que no están operativos y que son operados por Tokio Electric Power Company (Tepco), la misma empresa que operaba los seis reactores de la central de Fukushima Daiichi antes del accidente de 2011. Esta reactivación ha generado debate entre los expertos y la población local sobre los riesgos y beneficios de volver a poner en marcha los reactores. Se espera que la Unidad 6 de la central, ubicada en la región costera de Niigata (a cerca de 260 kilómetros de la capital, Tokio) sea la primera en ser reactivada el próximo 20 de enero, según ha recogido la cadena pública de televisión, NHK.

La nueva primera ministra japonesa, Sanae Takaichi, se ha mostrado partidaria de impulsar la energía nuclear para reducir los costes de la electricidad pese a que muchos japoneses todavía guardan en la memoria imágenes de aquel tsunami en 2011 que arrasó la costa e hizo fallar los sistemas de seguridad de la central nuclear de Fukushima.

El intenso terremoto de magnitud 9 en la escala Richter y posterior tsunami dejó cerca de 18.000 muertos. A diferencia del accidente de Chernóbil, las partículas liberadas en Fukushima fueron vertidas principalmente al mar y no a la atmósfera, lo que hizo del sector pesquero una de las principales víctimas de la catástrofe en términos económicos y laborales.

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