Aventura a través de Islandia para personas con discapacidad

Sociedad

Carlos Sanchis realizó la Ring Road, la carretera que bordea la isla, en un triciclo manual o "handbike"

Mario Lupión valencia

Publicado: 04 dic 2017 - 10:13

Carlos Sanchis, con su triciclo manual o "handbike" durante su recorrido por Islandia.
Carlos Sanchis, con su triciclo manual o "handbike" durante su recorrido por Islandia.

nnn Un accidente de tráfico con 18 años durante el servicio militar dejó a Carlos Sanchis en silla de ruedas, la misma con la que, a los 43, ha recorrido Islandia en apenas un mes en un reto con el que ha unido sus dos vías de escape desde su infortunio: el deporte y la familia.

En un triciclo manual o "handbike" adaptado a la bicicleta de su hermano Míchel, Carlos ha completado la Ring Road islandesa, una carretera de 1.340 kilómetros que bordea la isla y que han recorrido de cámping en cámping "con una tienda de campaña, dos sacos de dormir, un hornillo y lo necesario para ser autosuficientes", relata. "Islandia es una isla siempre viva, un museo al aire libre", cuenta Sanchis, que también reconoce su curiosidad por el "punto inhóspito" del país en tramos en los que, en 50 kilómetros a la redonda, se encontró en medio de la nada: "No hay ni un árbol".

Carlos es un cicloturista experimentado que acumula retos de superación como el Camino de Santiago y una ruta desde Valencia hasta la Selva Negra alemana. Sin embargo, este desafío se ha convertido en "único e ilusionante" por ser el primero compartido con su hermano pequeño. Míchel, que también es un amante del turismo en bicicleta, afirma que "hay retos con los que, en solitario, no tendría problemas", pero viajar con su hermano "es más difícil por sus problemas de movilidad", pues no es posible "moverse en cualquier entorno".

un "clima hostil"

Coinciden en que, pese a sus anteriores cicloviajes, en este se han topado con los obstáculos más duros debido al "clima hostil", afirma Míchel, al que las fuertes rachas de viento le hicieron salirse varias veces de la carretera. "Era como si alguien nos empujara para que no avanzáramos", añade Carlos, que relata cómo, en ocasiones, "era preferible retroceder quince kilómetros a avanzar tres hasta el siguiente campamento" porque la ventisca, más que la lluvia o el frío, ha sido "lo más complicado del viaje".

Los primeros diecisiete días de su aventura les llovió y, tras introducirse en un túnel de seis kilómetros de longitud, encontraron al otro lado dos días sin precipitaciones que pasaron sobre ellos como un oasis.

Pero aparte de las inclemencias del tiempo, también han sobrevivido a situaciones de crisis, como cuando la silla de Carlos se averió durante el recorrido de un largo tramo sobre tierra que "castigó la amortiguación y destrozó las cubiertas" de las ruedas. Otros de los episodios de máxima incertidumbre lo protagonizaron los campamentos desérticos. "Se trataban de pastos con un baño y una ducha, y llegábamos allí en noches de lluvia y niebla intensas", explica Carlos, a quien le basta "un baño y un enchufe" para hacer noche.

Por el momento prefiere saborear el reto anterior, y "en la transición de un verano a otro" pensar en el siguiente objetivo, que podría ser la Ruta 66 desde Nueva York o un recorrido por los Alpes.n

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