50 años de “Sticky Fingers": excelencia musical, censura y exilio fiscal
Sociedad
Esta semana se han cumplido 50 años de la salida a la venta el 23 de abril de 1971 de uno de los álbumes más grandes de la historia del rock, uno de los grandes clásicos de la historia de los Rolling Stones, el que para muchísimos de sus fans es el mejor álbum de toda su historia –para mí, no obstante, su obra maestra absoluta siempre será ‘Exile On Main Street’, su álbum de 1972- y que indudablemente, muestra una de las mejores versiones de los Stones, sobre todo porque este es el primer disco que introduce al grupo en el sonido, el ambiente y el nuevo mundo del rock que se abrió en 1970 con la separación de los Beatles, las muertes de Jimi Hendrix y Janis Joplin, el final de la era hippie e incluso con la tragedia de Altamont, en la que los propios Stones se vieron atrapados.
‘Sticky Fingers’, aunque de forma muy embrionaria, muy primigenia, empieza a gestarse durante las larguísimas sesiones de grabación de febrero-abril de 1969 en los Olympic Studios de Londres, donde se registró ‘Let It Bleed’. En esas sesiones ya se dejaron a modo de bocetos, “songs in progress” y proyectos que toda vez que se maduraron y se cocinaron más a fuego lento, alguna de las canciones que conformarían ‘Sticky Fingers’. De hecho, y probablemente sin pretenderlo de manera deliberada, la génesis de la grabación de este disco está perfectamente documentada en la película ‘Gimmie Shelter’ de Jimmy Maysles, en cuyo metraje se recogen unas maravillosas secuencias del grupo en los Muscle Shoals Studios de Sheffield, Alabama, en donde se filmó a los Stones en esos míticos estudios los días 2 y 3 de diciembre de 1969, a escasas horas de la tragedia de Altamont, grabando las primeras tomas de “Brown Sugar”, “You Gotta Move” y “Wild Horses”. Y aunque esto no se recoge explícitamente en la cinta, allí conocieron al que sería durante muchos años un nuevo “Stone” en la sombra, que no tardó, como familiarmente suele decir Keith Richards, en unirse a la fiesta: el inolvidable saxofonista Bobby Keys.
De vuelta a casa tras aquella histórica gira del otoño del 69 por Estados Unidos, entre marzo y abril de 1970 el grupo instaló su legendaria “Mighty Mobile”, su unidad móvil de grabación que años más tarde usarían entre otros Led Zeppelin o Deep Purple, en la casa de Mick Jagger en Stargroves, East Woodhay, para grabar la mayor parte de las canciones de ‘Sticky Fingers’ así como algunas que aparecerían en posteriores discos, caso de “Sweet Black Angel” o “Tumbling Dice” que se terminarían de perfeccionar para ‘Exile On Main Street’ – de hecho, tengo en mi colección de discos piratas de grabaciones tipo “outtakes” una muy primigenia versión de “Tumbling Dice” con el título provisional de “Good Time Woman”- o la primerísima versión de “Waiting On A Friend”, que no se editaría hasta pasados más de diez años después en ‘Tattoo You’. Y muy especialmente, un sensacional rock, que es de mis canciones favoritas de los Stones que se montó tanto para la grabación de ‘Sticky Fingers’ en la primavera de 1970 como después en las míticas sesiones de grabación de ‘Exile…’ en la casa de Keith Richards en el sur de Francia en el verano de 1971 y que inexplicablemente, sigue siendo una canción solo conocida a través del mundo bootleg: “Travellin’ Man”. El disco se mezcló, con la inestimable colaboración de Jimmy Miller como productor, en mayo de 1970 en los Olympic Studios de Londres y se dejó listo para fabricación en junio de aquel mismo año. Sin embargo, el álbum no se editó hasta abril de 1971, casi un año más tarde. ¿Por qué?
En julio de 1970 finalizaba el contrato de los Rolling Stones con Decca Records, y las relaciones del grupo con su compañía estaban muy lejos de favorecer una renovación del acuerdo; más bien todo lo contrario, Mick Jagger y Keith Richards ya estaban pensando en crear su propio sello, la Rolling Stones Records, y lo único que buscaban era encontrar una buena compañía que por encima de todo, garantizase una buena distribución en Estados Unidos, hito que logró el mítico ejecutivo Ahmet Ertegun para Atlantic Records. Esa negociación fue larga y compleja, además de cruzarse con una gira europea del grupo y los problemas fiscales que tuvieron que enfrentar, lo cual mantuvo ‘Sticky Fingers’ en el congelador casi un año entero, hasta que estuvo estructurada toda la nueva compañía de los Stones y su nueva organización económica y financiera.
Pero más allá de esas cuestiones, las grabaciones de aquellas formidables jornadas de la primavera de 1970 en Stargroves dejarían para la posteridad un disco de rock sensacional, pletórico de inspiración, rebosante de sensibilidad country y blues – “Sister Morphine”, “I Got The Blues”, “Dead Flowers”-, envenenado del espíritu rock más fuerte que incorporaba la evolución del blues progresivo de finales de los 60 y que desembocó en el hard rock – “Brown Sugar”, “Bitch”, “Can´t You Hear Me Knockin´?” – y con baladas llenas de sentimiento como la estremecedora “Wild Horses”, en la que Mick Jagger narraba la emocionante y escalofriante historia del intento de suicidio de su pareja sentimental de aquella época, Marianne Faithfull, o la orientación más experimental que se adivina en “Sway” o “Moonlight Mile”. Una obra maestra absoluta.
Unos Rolling Stones que ya habían superado la pérdida de Brian Jones, que ya en esa gira americana del otoño de 1969 habían tomado contacto con lo que se movía en América y con las nuevas corrientes de evolución del rock que les aportaron músicos como Jack Nietzsche, Jim Price o Gram Parsons, y que demostraron en ese periodo como eran capaces de crecer musicalmente, absorber nuevas influencias, adaptarlas a su estilo y construir unos nuevos Rolling Stones que seguirían en los 70 siendo una referencia básica para todo el mundo del rock y de la música popular contemporánea.
Un detalle final que a día de hoy –afortunadamente- espero que resulte, sobre todo para la gente más joven, tan ridículo como grotesco, pero que no me resisto a comentar: Las autoridades de la España franquista de 1971 censuraron la publicación en nuestro país de ‘Sticky Fingers’ con su portada original so pretexto de que era “obscena y pornográfica”. En su lugar, se diseñó exclusivamente para el mercado español una portada distinta de la diseñada – la de los tres dedos en un tarro de una viscosa y poco agradable sustancia- por el equipo de Andy Warhol así como una edición especial en la que “Sister Morphine” se reemplazó por una versión en directo de “Let It Rock”. Historias de la mediocridad de aquella gris España…
Pero anécdotas más o menos desagradables al margen, lo principal: la banda de rock´n´roll más grande de la historia, puede celebrar con merecido y justificado orgullo que con este disco, dio a nuestra música, al rock, uno de sus más preciados tesoros. Y hoy, me alegra celebrarlo con todos ustedes.
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