Sonia Iglesias: 15 años de un caso sin justicia ni respuestas

La pontevedresa desapareció el 18 de agosto de 2010, pero su cuerpo nunca se encontró. El fallecimiento del principal sospechoso, su expareja, hizo que se archivase el supuesto crimen

Imagen de Sonia Iglesias en el momento de su desaparición.
Imagen de Sonia Iglesias en el momento de su desaparición. | D.P.

Sonia Iglesias Eirín tenía 38 años y un hijo de 9 cuando desapareció en el centro de Pontevedra el 18 de agosto del año 2010 sin dejar rastro. La joven trabajaba en la tienda Massimo Dutti, de Benito Corbal, y allí se la esperaba como todos los días, pero esa jornada no llegó.

Entonces, saltaron las alarmas y comenzó una búsqueda desesperada de vecinos y Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. La compra de unos zapatos y la aparición de su cartera con su documentación en O Vao hicieron seguir pistas que no lograron respuesta. Así, durante las primeras semanas, las pesquisas se centraron en los alrededores de Pontevedra, el Lago Castilleiras y Vilaboa.

La ciudad del Lérez se empapeló de su fotografía y decenas de voluntarios colaboraron con la Policía Nacional y la Fiscalía, quienes siempre tuvieron a su compañero sentimental, Julio Araújo, como principal sospechoso de su desaparición. Sin embargo, y pese a que el hombre fue interrogado en repetidas ocasiones, los investigadores no pudieron reunir pruebas concluyentes contra él para llevarlo a juicio.

La búsqueda nunca cesó y el caso se cerró y reabrió en dos ocasiones, pero se fue poco a poco desmoronando frente a la lucha de su familia, vecinos, asociaciones y de toda la sociedad pontevedresa. Una de las últimas esperanzas de la familia tuvo lugar en 2018 con la inspección del pozo, propiedad de Araújo en San Mauro, por parte de las Unidades de Subsuelo, pero tampoco se encontró ni rastro. De nuevo, la Policía y el fiscal jefe, Juan Carlos Aladro, mostraron su frustación ante un caso que cada vez se complicaba más.

Julio Araújo, enfermo de cáncer, falleció en septiembre de 2020. Con él se fue también la opción de encontrar alguna prueba para dar con el paradero de Sonia y el caso se archivó de forma provisional.

El 1 de enero de 2021, el Juzgado de Primera Instancia número 5 de Pontevedra, con competencias en materia de familia, declaró oficialmente el fallecimiento de Sonia Iglesias Eirín, a petición de su hijo, Alejandro. Ello fue posible al transcurrir más de 10 años de su desaparición y supuso también el casi carpetazo a un caso sin resolver. A pesar de que no transcribe hasta 2030, resulta complicado que pueda reabrirse, a pesar de que oficialmente la Policía Nacional nunca cesó de buscar.

La familia sigue reclamando justicia, aunque dejó de convocar las concentraciones en A Ferrería desde hace cinco años por un recuerdo muy doloroso que se agravó con el fallecimiento del padre de Sonia, Alejandro Iglesias, el 13 de mayo de 2021. El hombre se fue sin haber podido enterrar a su hija, siendo uno de los casos que más conmocionó a la sociedad pontevedresa.

Una de las últimas manifestaciones multitudinarias (2019) por Sonia Iglesias en Pontevedra.
Una de las últimas manifestaciones multitudinarias (2019) por Sonia Iglesias en Pontevedra. | J.L. Oubiña/D.P.

SOS Desaparecidos activa de nuevo la alerta

Las asociaciones y colectivos de personas desaparecidas continúan publicando la imagen de Sonia Iglesias a través de las redes sociales y portales para “no olvidar su búsqueda”.

A este respecto, Sos Desaparecidos publicó ayer con motivo del aniversario de su desaparición, un llamamiento a la búsqueda de la pontevedresa, que tendría 53 años en la actualidad, con su foto de la sonrisa perenne en la que se muestra a una mujer de pelo castaño oscuro. Su imagen vuelve esta semana a empapelar algunas farolas de Pontevedra en un recuerdo cada vez más lejano, pero sin perderse todavía.

Así, entidades vecinales como la de Lérez, recuerdan “quince anos dunha ferida que nunca chegou a pechar”, y definen a Sonia como una mujer amable, atenta, generosa y servicial, que nunca hubiese abandonado a su hijo al que adoraba. Por ello, afirman desde el colectivo, “o único que podemos ofrecerlle a Sonia é a memoria: non deixala caer no esquecemento, seguir falando dela, seguir esixindo que un día, por fin, chegue a verdade”.

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