Opinión

El fracasito

Mi querida tía Balbina me dio el título para este artículo, sin querer. En el curso de una experiencia vital muy dura que afronta con un valor admirable, se abstrajo unos minutos para referirse a este verano como un fracasito. No un fracaso, ni un fracaso absoluto, sino un simple fracaso en diminutivo. Porque habrá a quien le haya parecido una estación estival maravillosa y porque probablemente cas nada es necesariamente blanco o negro, también hay bonitos grises.
El verano que está próximo a acabar sobre el calendario, aunque casi se ha largado en realidad, no ha hecho justicia a su nombre este año en Galicia. Aunque para  quienes buscaban el fresquito ha sido un éxito, yo, que valoro el estío en función de las ocasiones en que me calzo las sandalias, han sido cuatro días. Un aprobado raspado en cuanto al tiempo meteorológico que seguramente habrá merecido un sobresaliente para muchos veraneantes que nos han visitado y que nos han convertido en líderes de la recuperación turística, alcanzando casi el 89 por ciento de los turistas que llegaban antes de estallar la crisis sanitaria.
También somos en Galicia campeones en inoculación de vacunas. Si se mueve, se puede pinchar. Aprovechando el veranito y la manga corta, la Xunta ha implementado e inmediatamente acelerado la vacunación de los adolescentes y preadolescentes, poniendo el punto de mira a continuación sobre los menores de doce años y valorando también la posibilidad de terceras dosis para grupos de riesgo específicos. La lucha contra la quinta ola y las variantes Covid ha justificado la inmunización de los más pequeños a toda velocidad, pero tal vez ha faltado información y análisis más pausado de la necesidad de apurar esta medida en niños y niñas. La posibilidad de acudir ya sin cita a recibir la dosis mágica está dirigida a minar la moral de los rebeldes, poco convencidos o directamente negacionistas. El lema podría ser, no sin vacuna. 
Este ha sido el verano de las vacaciones despreocupadas de Sánchez y de las sufridas de Casado, al pie del cañón sin dar tregua al Presidente, con la camisa arremangada. Según quién lo mire. Y se mire como se mire, de la crisis y el fracaso en Afganistán, que supone la infelicidad y el sufrimiento de millones de personas, si no era suficiente ya el dolor en el mundo. Todo esto no lo va a arreglar el otoño, pierdan toda esperanza. Pero al menos este veranito gallego que hemos tenido nos garantiza una transición suave hacia la siguiente estación y enseguida olvidaremos el fracasito de 2021. Un beso a mi tía y a todas las personas que luchan contra la enfermedad con la mirada del éxito en sus ojos.  

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