Opinión

¿Cuándo se va a Aca-Bar?

Nacho, como muchos, exprimió este viernes como si fuera el último día antes de las restricciones pandémicas, cuando en realidad era el primero de desescalada tras la tercera ola. Por eso se levantó y se duchó más temprano que nunca, cuando el agua aún se arrullaba adormecida. Se vistió cómodo, “casual” pero no por casualidad sino con la convicción de que los vaqueros y las zapatillas deportivas eran lo más adecuado para disfrutar la fragancia de las gotitas de libertad que las autoridades sanitarias gallegas permitían este fin de semana.
Bajo a la calle apurado, por las escaleras, de tres en tres peldaños y se fue para el bar, donde pidió con voz emocionada y entrecortada un café con leche y un cruasán al autónomo dueño del local que le sirvió el desayuno con lágrimas en los ojos. No se entretuvo demasiado porque el día no había hecho más que comenzar y tenía mesa reservada para comer con tres amigos a las doce y media. Tempranito, pero era la única manera de poder cenar los cuatro a las cuatro, con el tiempo justo antes del cierre de los locales de restauración. Mientras salía del trabajo al mediodía volando –ya recuperaría cualquier tarde- le vino a la cabeza la frase del profesor John Keating, interpretado brillantemente por Robin Williams en El Club de los Poetas Muertos: “Carpe diem”.
Apuró el día al máximo y lo disfrutó como si fuera el último medio normal del último hombre vivo. Salió con sus colegas apurado del bar y tuvo tiempo de estremecerse entre la muchedumbre con el cierre de los locales y la puesta de sol. Ya en casa cenó pronto también y mientras tomaba un triste yogur, su naturaleza analítica y capacidad de gestión le permitió calcular la ruta urbana de tiendas y bares que gozar al día siguiente, recién despuntada la mañana. Al acostarse miró con devoción hacia arriba en la penumbra de su habitación, se persignó y se acordó de Feijóo y de sus sacras medidas para proteger a los gallegos contra el Coronavirus. Pero solo él sabe si fue con cariño, resentimiento o resignación. Justo antes de cerrar los ojos, agotado, pensó en el bar como símbolo, en la cuarta ola y en cuándo se va a acabar toda esta histeria. Perdón, historia.

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