Opinión

Agenda 2100

Si Pablo Casado fuera un analista inteligente y tuviera visión estratégica de futuro, en lugar de criticar a Sánchez por su presentación estelar de la Agenda 2050, estaría preparando su propia Agenda 2100, al menos. Teniendo en cuenta la programación a más del doble de años, es previsible que su plan tuviera al menos el doble de interés, es decir, ninguno. 
Porque aunque hay que reconocer que el presidente del Gobierno se siente cómodo y seguro cuando vende humo y se envanece tras el atril para hacer propaganda sin oposición, el plan que ha presentado bajo el título de “Fundamentos y Propuestas para una Estrategia Nacional de Largo Plazo”, de más de 600 páginas, es un ladrillo repleto de vaguedades y buenas intenciones que se podría haber gestado como el concurso de redacción “¿qué es un Rey para ti?”, en lugar de por la Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia de País a largo plazo. Sería: “¿qué España quieres en 2050” y todos podríamos participar. Conociendo el humor del país, las editoriales se rifarían su publicación. 
En cambio, la Agenda que ha presentado Sánchez es de “érase una vez” un cuento que ha tenido entretenidos a políticos desocupados, miembros de gabinetes y funcionarios de alto nivel cortando y pegando textos y fotos de internet para componer un conjunto armonioso que dibuje una España de ensoñación en la que todos viviremos felices y comeremos perdices, trabajando menos y respirando el aire más puro. Pon más cosas bonitas, le habrá dicho el Presidente al director del proyecto. E imprímeme una copia para tener en mi mesita de noche, que “I have a dream”. A nosotros nos dará el sueño. 

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