Opinión

Ya nos armonizamos solos. Gracias

Las personas, como individuos, deberían tender a recabar para sí mismas el mayor nivel de bienestar posible para sus vidas; en todos los ámbitos (personal, emocional, económico, laboral, etc.) Porque algunos pensamos que solo el hombre dichoso, en plenitud emocional, es quien es capaz de enfocar su felicidad hacia los demás y prestar su apoyo y solidaridad a quien lo necesite. Es decir, que el egoísmo (no egocentrismo) que para muchos es una conducta miserable y criticable, para otros, es un camino más que factible hacia la generosidad. Ser generoso con uno mismo para transmitir generosidad hacia los demás. En palabras del inigualable y genial Facundo Cabral: “Ámate, quiérete. Solo así podrás proyectar tu amor a los demás. Solo así mendigarás menos amor de los demás; y la persona que ha de mendigar amor es el más miserable de todos los mendigos”. Bello. 
 

Pues el que quiera seguir mi razonamiento entenderá que, si tanto cualquier persona ha de procurar para sí misma el máximo horizonte de prosperidad posible, también los grupos, los colectivos y, por extensión, los territorios, también deberían tener derecho a tales aspiraciones.

Galicia ha sufrido durante décadas el marchamo de ser una tierra donde no paraba de llover. Sin embargo, se esforzaba en ofrecer a sus visitantes otros atributos para que fuera visitada. A la vez, otras Comunidades se esfuerzan también para atraer a los mismos turistas, ya procedan del interior o del extranjero (“Cantabria infinita”; “Reserva Rioja”; “Canarias Latitud de vida”; y tantos otros). Por tanto, los territorios que conforman este país hasta ahora llamado España, han competido siempre y lo seguirán haciendo para buscar las mejores capacidades y condiciones posibles para sus habitantes y para los que allí quieran residir.

 La competencia no solo no es enemiga de la prosperidad, sino que promueve el crecimiento, la iniciativa, el emprendimiento, la creatividad y, por supuesto, satisface plenamente a los consumidores porque ven amplificada su libertad de elección. No obstante, hay quienes utilizando el eufemístico término “armonización fiscal” para enmascarar su verdadera intención que es la de subir impuestos, consideran un pecado mortal la competencia fiscal entre comunidades autónomas y que éstas puedan tener autonomía para diseñar su propio marco impositivo. Se puede esconder el idioma oficial, adoctrinar a los niños contra la jefatura del Estado, amenazar con un cambio de régimen pero no se puede, en este caso, huir del centralismo tributario y permitir la competencia entre los distintos gobiernos de España. Para salir huyendo.

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