Reunificación ibérica en los parkings

La unión ibérica se hizo carne durante los dos últimos fines de semana en Vigo, con lleno absoluto de visitantes del otro lado del Miño, visible en las calles, los restaurantes y aún más en los parkings públicos, con mayoría absoluta de matrículas de Portugal. Especialmente en el primer finde de diciembre, durante la celebración de la Fiesta de la Independencia de Portugal. No se me ocurre mayor paradoja. Según el último estudio realizado en el país vecino, este mismo año, el 75 por ciento de los portugueses estaría a favor de la reunificación ibérica rota en 1640 y solo el 20 por ciento en contra. Es decir, a la mayoría absoluta de los lusos les parecería bien hacer oficial lo que es normal hoy y no ser extranjeros al norte del río ni al Este del Duero y el Tajo. Llama la atención cuando cerca de la mitad de los catalanes y vascos estarían encantados en poner una frontera y tener que llevar pasaporte para visitar Vigo o Gijón.

La relación entre Galicia y la Nobre Lusitana, más allá de los tópicos, se ha consolidado y crecido y es más fuerte que nunca. Para cualquier vigués/gallego es algo normal cruzar el río para hacer compras o ir de visita a Valença, Oporto o Braga. En sentido contrario, darse una vuelta por Samil o visitar la ciudad en Navidades forma parte del ADN portugués. Así que la unión política sería el paso lógico y deseable, aunque que nadie se haga ilusiones: no se va a dar por falta de voluntad y luces largas. Bien estaría al menos conformar algún tipo de relación estable a través de entidades públicas comunes, pero el apagón de este año en los dos países gracias a la gestión de la Red Eléctrica ibérica no es la mejor carta de presentación. Lo más parecido quizá sea la Eurorregión y el Eixo Atlántico y pronto el AVE entre Madrid y Lisboa. Por la conexión ferroviaria de alta velocidad entre Vigo y Oporto me temo que habrá que esperar todavía muchos, muchos años. Tenemos Tren Celta para rato.