Fernando Jáuregui
¿Le ha tocado a Feijóo la lotería? El 'Gordo' no, desde luego
La peripecia protagonizada por el funcionario Ángel Batalla que, amparado por una falsa titulación, ha llegado a convertirse en asesor ministerial y representante gubernativo en la comisión que persigue la reconstrucción del Levante arrasado por la Dana, nos recuerda que somos hijos de Rinconete y Cortadillo, del Buscón y Monipodio y que si bien atravesamos ya la segunda década del milenio nuevo, hay cosas a las que no se renuncia. Se llevan en las entretelas, circulan por nuestra sangre, se mezclan con nuestra bilis y no hay más que hablar. La novela picaresca no se escribió ni en Dinamarca ni en Holanda y si así fuera hubiera salido un adefesio. Por fortuna para nuestra incomparable literatura popular que hizo universales a divinos golfos como Quevedo, Lope o Cervantes –recuérdese que el primero fue un matachín empedernido, el segundo un fornicador insaciable incluso con los manteos puestos, y el tercero acabó en la cárcel por timar a Hacienda- sin cuyas experiencias personales, unas sensaciones tan explícitas como las que se narran en sus relatos no serían posibles.
Batalla es del mismo palo y a lo mejor hay que darle las gracias por mantener la tradición, porque sin desvergonzados no hay desvergüenza y la desvergüenza está íntimamente ligada a nuestra alma bohemia como don Quijote lo está a Dulcinea y Magdalena lo está a Don Mendo. Batalla es un cara de los de tomo y lomo cuyos jocosas mentiras no pueden competir de ningún modo con las de Luis Roldán, aquel sujeto que, inventándose títulos y relación de méritos, llegó a ser gobernador civil de Navarra y director de la Guardia Civil, cargos en los que, según pudo comprobarse después, se las arregló para juntar una fortuna cercana a los diez millones de euros. Se entregó en Bangkok pero sus bienes no aparecieron por ningún sitio. En todo caso y escarbando por ahí y en asuntos de golfería, no conviene olvidar que la tesis doctoral del presidente del Gobierno está directamente inspirada en el infalible método del corta y pega.
Lo irracional en estas cosas es la ausencia de control manifestado por los órganos pertinentes de los respectivos ministerios que no comprueba ni una palabra de lo expuesto en los currículos. Uno puede poner allí que es perito astronauta o entrenador de pulpos con larga experiencia que no les suena ni raro.
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