Opinión

¿Acaba con el amor hablar de finanzas?

Saquemos el elefante de la habitación: hablar de dinero con tu pareja en determinadas ocasiones puede resultar incómodo. Sin embargo, saber qué regímenes económicos existen y los detalles de cada uno de ellos es importante y mantener esa conversación, pese a tener la oxitocina disparada por dar el ansiado “¡Sí quiero!”, también.
El esfuerzo y tiempo no pueden estar exclusivamente destinados a elegir el menú o la mesa de dulces de la boda, sino de igual modo a la planificación financiera. Dependiendo de donde se esté casando la persona, por defecto puede tener un régimen económico u otro gracias a nuestro sistema de autonomías.
El régimen económico matrimonial viene siendo el tablero del juego financiero de la pareja. Porque hay que dejar claro que nos casamos por amor, pero esto es un contrato y que sea vitalicio o no, ya depende de cada quien.
En general y siempre en ausencia de pacto entre los cónyuges, las comunidades autónomas establecen el régimen de sociedad de gananciales, que para entendernos es aquello de “lo mío es mío y lo tuyo… también lo es”, para lo bueno y para lo malo. Estaríamos delante de un pastel propiedad de ambos cónyuges donde todo lo que se genera desde el día B, será de ambos, con alguna que otra excepción y que, en caso de querer deshacerse de aquél, se dividiría por la mitad. A mí modo de ver, tiene sus raíces en los tiempos en los que la mujer no estaba insertada en el mercado laboral.
Pero ahora somos trabajadoras, generamos dinero y lo nuestro puede ser solo nuestro con el régimen de separación de bienes, que viene siendo el tradicional “yo me lo guiso yo me lo como” y sin perjuicio de poder tener bienes comunes al gusto con tu marido.
En tercer lugar, tendríamos la hermana pobre de los regímenes económicos matrimoniales: el régimen de participación. Un híbrido entre los dos anteriores para aquellos indecisos que desean que lo suyo sea solo suyo pero que en el caso de que el amor se esfume y su pareja haya sufrido un incremento de su patrimonio desde el día B, participar de sus ganancias. No vaya a ser que nuestro ex haya generado más que nosotros y no podamos disfrutarlo.
Desde luego, lo que hay que tener claro es que una de estas tres opciones se genera automáticamente desde el día señalado, salvo que se otorguen capitulaciones matrimoniales, mediante las que los cónyuges pueden pactar lo que deseen de mutuo acuerdo siempre que no vaya en contra de la ley.
La parte positiva es que no solo el amor entre dos personas puede mutar. El plan financiero establecido en un inicio también, en cualquier momento y más de una vez. Muchos problemas financieros sólo se pueden solucionar antes de que ocurran y en general, una vez que ocurren el margen de maniobra es menor y más costoso.
Ya sabemos todos que lo ideal sería que lo nuestro fuera nuestro y lo de nuestro marido ¿por qué no también?, aunque eso ya será una gestión interna de cada matrimonio. Desde luego lo que yo recomiendo es que al mismo tiempo que se envíe el Save the date, llaméis a vuestro abogado, os informéis y habléis de dinero.

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