El niño perdido

Publicado: 26 jul 2025 - 01:00

Sospecho, y también apunto que es una sospecha que proviene de mi experiencia de años y mi propia condición de periodista habituado a tratar de ir algo más lejos de lo que todo aparenta, que tras el caso Acuri existen muchos rincones oscuros que señalan a los padres de una criatura de once años que lleva desde hace siete viviendo un infierno capaz de dejar huella indeleble en su mente y en su alma para el resto de la vida. La feroz carrera de enfrentamientos en los tribunales que han protagonizado ambos progenitores y sus comportamientos personales, transmiten una actitud beligerante e irreconciliable con picos de irracionalidad inadmisibles e irrefrenables deseos de manipular al menor que se ha visto toda su corta existencia prisionero entre dos fuegos, un escenario dantesco para un niño al que su madre y su asesora legal perdieron, por ejemplo, en por el momento último episodio de este culebrón infame aderezado por la presencia de cientos de cámaras y micrófonos tratando de ganar la primicia y puntuar en la escala de las audiencias mañaneras. En esta guerra de guerrillas, la pobre criatura se quedó aislada y llorando sin saber por dónde tirar, un dato que a algunos puede parecerles anecdótico pero del que la jueza que instruye el procedimiento de devolución del niño a su padre ha tomado buena nota.

El entorno que genera este caso convertido por razones obvias en el culebrón del verano, tiene a dos personajes histriónicos dándose leña desde hace años y a una víctima que debería ser quien preocupara a todas las partes involucradas en este disparate. Daniel Acuri, una criatura de once años a la que la Justicia italiana ha decidido otorgarle la custodia exclusiva de su padre, y al que toda la legislación vigente italiana, española y europea que también ha legislado y mucho al respecto, debería proteger como primera y casi única causa en esta batalla. Los padres –que han convivido, se han separado, han vuelto a convivir y han acabado odiándose- que se machaquen entre ellos, pero a ese pobre niño –al que su madre ha raptado por dos veces- que lo dejen en paz por favor que se está jugando su salud mental futura. Esa es la obligación primera y parece que se ha olvidado.

Contenido patrocinado

stats