Opinión

El pelotón de los torpes

Los últimos resultados hechos públicos por los organismos europeos competentes nos ofrecen un panorama desolador en materia de Educación que nos aboca a ocupar los puestos de cola entre todos los sistema educativos de los países de nuestro entorno. Sorprendentemente, estos resultados que nos colocan en el pelotón de los torpes, no solo no han extrañado a nadie sino que no han merecido ni la más mínima atención, ni del Gobierno y los gobiernos autonómicos, ni de la opinión pública. Se ha tratado la situación como una mera anécdota, cuando la fría expresión de este desfile de datos catastróficos nos está anunciando el estrepitoso fracaso de un mecanismo formador incapaz de ofrecer cauces a la población juvenil para aprender, culturizarse y prepararse para un futuro que poco tiene de halagüeño y mucho menos aún con esta situación espeluznante que nos coloca entre los más zotes del planeta.
Si yo fuera catalán o viviera en Cataluña, estaría estremecido por el resultado de estos informes que narran la caída en picado de la calidad de su enseñanza. Y no dudaría en exigir cuentas a los responsables de la política escolar de su gobierno regional a la vista de la caída en barrena anunciada por estos datos. Sin embargo, a su irresponsable responsable, lo único que se le ha ocurrido en semejante momento es culpar de esta catástrofe a los emigrantes, una respuesta que merecería su cese instantáneo y la exigencia de responsabilidades por unos juicios de valor impregnados de puro racismo. Y por apelar a una burda mentira que disimule su incompetencia y la incompetencia de un sistema parcelado que condena a los alumnos a estudiar en la dirección que cada uno de los departamentos administrativos de las comunidades autónomas elige. Cada cual impone solamente aquello que compete a su región, estrecha el círculo y fomenta la ignorancia de las promociones escolares en otras materias que no sean las que les complacen y les compensan.
El resultado de este disparate está condenado irremediablemente a las nuevas generaciones a un futuro muy sombrío, definido por una formación dirigida e incompleta. Lo que acongoja es que ninguna administración se ha sentido aludida y el ministro de Educación no ha dicho una palabra sobre este desaguisado. A él le debe importar un comino, pero la verdad es que es un drama y da vergüenza.

Te puede interesar