Opinión

3 casos para un abogado

Lectura y diálogo 

Como abogado tengo que reconocer que de algo me sirvieron para el ejercicio de la profesión las enseñanzas de mi etapa escolar. Recuerdo a D. Ramón que no consideraba como sistema innovador para la educación el socorrido tema de leer, si la lectura no iba acompañada del valor de la crítica y el dialogo sobre lo que se lee.
Por ello, decía, no todo libro es bueno, ni adecuado a cualquier edad. El pedagogo, sea padre o maestro, debe buscar el equilibrio entre lectura y diálogo, fomentando la sana crítica, para evitar el adoctrinamiento del adolescente.

Así aprendí a empaparme en el estudio de las demandas, autos y sentencias judiciales haciendo las alegaciones pertinentes, como a exponer mis tesis, ya fuera ante un tribunal de jueces profesionales, como ante un jurado popular, buscando siempre la equidad en la aplicación de la justicia, sin ningún otro fin espurio.

Con separación de bienes

Entra por el despacho un hombre mayor, de aspecto enfermizo, fumando un habano, que me comenta que está algo empachado, pues acaba de comerse una tremenda mariscada, previa a un cocido descomunal, y viene a consulta sobre los trámites para contraer matrimonio, estando separado judicialmente, con una mujer bastante más joven que él, y me enseña la fotografía de una chica con tipo de vicetiple y más experimentada que La Veneno. 

Le aconsejo que a su edad debe proteger la salud y vigilar el acceso al colesterol. Tras estas bienintencionadas advertencias, le tramito el divorcio de su anterior esposa, paso previo ineludible para sus fines, y la preparo la propuesta de contrato prematrimonial con separación de bienes; y se va satisfecho.
Poco después me llama para anular el contrato, porque su novia ahora no se quiere casar. Le digo que eso suele pasar, pero no lo entiende. 

Una plataforma reivindicativa

Entró por el despacho, para pedir asesoramiento,  una trabajadora de una empresa en crisis, que me confesó que no se fiaba de los sindicatos tradicionales.
Le recomendé, con carácter urgente, crear una plataforma para fortalecer el apoyo a sus compañeros en riesgo de pérdida de empleo, al cooperar con ello a la solidaridad, mediante la alianza de intereses, y me ofrecí  a redactar el documento, que no precisa de estatutos ni darse de alta en ningún sitio, sólo la firma de los integrantes, y concertar una entrevista con el representante de la empresa al que se entregará el escrito reivindicativo.

A resultas de los acontecimientos, se pensará en la posibilidad de convertirse en asociación. Algo ya más serio.

Cumplida la misión, me dirigí a mi garito preferido, donde, “en compañía de otros”, engullí unas birras. En otra mesa,  solo y cabizbajo, se hallaba el jefe de recursos humanos.
 

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