Opinión

Máis BNG

Folgoso, el secretario del PSdeG aunque no quiso ser el candidato en las elecciones del día 18, abrió la boca tarde y se le podría aplicar aquello de “tarde piaches”. Al día siguiente de la debacle,  soltó una frase que probablemente le habría dado juego en la campaña, parafraseando uno de los lemas del nacionalismo: “Máis BNG… máis PP”. Análisis correcto por el juego de los extremos: cuando un partido se enfrenta a otro que está lejos del centro del tablero político -el BNG se proclama soberanista y exhibe una bandera con una gran estrella roja, aunque parte de su éxito reciente radica en bajar la intensidad- el sistema queda bloqueado y siempre gana el mismo, que es lo que ocurre en Galicia desde hace 40 años. Pasó durante décadas en Italia cuando la Democracia Cristiana se imponía sistemáticamente al Partido Comunista. Luego llegó el PSI, que acabó en un delirio hasta desaparecer a base de equivocaciones reiteradas.

El PSdeG no tomó el camino que ahora marca su secretario general -que deja el cargo- porque decidió que no podía ganar, pero creyó que podía ayudar al BNG a que lo hiciera con la idea de torpedear al PP en Galicia y en España. Error doble: por la equivocación en el análisis y, sobre todo, por invitar a tus votantes a que se pasen al negociado de la competencia. ¿O es que de la noche a la mañana los gallegos se convirtieron al soberanismo? No lo creo, y la prueba está en que el pasado mes de julio el BNG se llevó una soberana bofetada en las elecciones generales. Pero sí que le siguieron el juego al PSdeG, porque los votantes no están atados a nadie.

Las elecciones gallegas dejaron una coda que da que pensar. El voto emigrante no movió ningún diputado, pero lo habría hecho de haberse quedado el PP en 37. Con toda seguridad, habría conseguido la mayoría absoluta tras lograr más de la mitad de los votos del exterior. Una profecía: antes o después, las autonómicas se decidirán a miles de kilómetros por ciudadanos cuya relación con Galicia es mínima.

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