Para sorpresa de nadie, habrá elecciones en febrero, el día 18, aunque yo apostaba por el 25 por aquello de los Carnavales, aunque bien visto realmente da igual después de haber convocado generales en Navidad (Zapatero) y verano (Sánchez). No era sorpresa por varios motivos. Uno, el principal, que el PPdeG no quería en esta ocasión coincidir con el País Vasco, y mucho menos con las Europeas de junio, cuando tocaban, por considerar (con datos en la mano) que le perjudicaría. Y las elecciones las convoca el presidente -el gallego y todos- cuando mejor le convienen. El segundo motivo es que hay convicción de que el PSOE está en mal momento, peor su delegación gallega, el PSdeG, que acaba de elegir candidato a Gómez Besteiro, quien no deja de ser una incógnita en todo. Que sean el 18 de febrero o el 25 era ya solo cuestión de echar cuentas: una vez aprobados los Presupuestos de Galicia, este mismo miércoles, ya estaba terminada la legislatura. Y desde luego, no se iban a celebrar en marzo. Lo dejó escrito Fraga y el PPdeG lo mantiene: a las urnas, ni en noviembre, el mes de los difuntos, ni en marzo, el de los Idus que acabaron con Julio César, desde entonces día nefasto para la política.
Sobre las perspectivas, aunque quede mal, me autocito: lo que dicen las encuestas, las publicadas y las que no, que es lo mismo: mayoría absoluta del PP; el BNG segunda fuerza y el PSOE detrás y Sumar puede lograr uno o dos diputados. Pura teoría, claro. Curiosamente, la primera victoria de Feijóo fue un 1 de marzo, aunque había convocado Touriño.
