Opinión

Lo que va del digo al Diego

Para cuantos procuramos estar al día en el acontecer de la actual sociedad que se mueve al socaire, casi siempre, de los vaivenes de la politica, nuestro asombro crece de día en día. Asombran los continuos cambios de opinión de muchos de nuestros personajes actuales. Es aquello que siempre se llamó el “chaqueteo” o “cambio de chaqueta”. Da la impresión de que más de uno tiene su armario repleto de chaquetas para cada momento y situación estando al acecho del sentido del viento para acudir a su vestuario. 
También es cierto que los atuendos de cada cual se utilizan acordes con las situaciones a las que va a asistir, los eventos en los que va a participar, o las reuniones a las que está convocado. Esto en la actualidad tiene sus grandes matices porque en el protocolo las cosas cambiaron una barbaridad, como diría don Hilarión, porque para el viejales de “La verbena de la Paloma” naturalmente su estilo sería distinto si va a desfilar con la Casta o con la Susana. Y además ahora las formas son muy personales. Desaparece la corbata y vemos los pantalones medio rotos, las camisas descolocadas… todo un nuevo look. Se acabaron aquellos comportamientos uniformados incluso para asistir a clases. Recuerdo a un catedrático que tenía en el cajón una corbata y se la hacía poner a aquellos que venían sin ella. Como tengo presente a aquel elegante y estiloso alcalde con una gran colección de chalecos que utilizaba según el barrio que iba a visitar.
Pero, después del título de estas líneas me he ido despistando de lo que era mi deseo. Porque en realidad el meollo de la cuestión son las afirmaciones que algunos hacen en la oposición y las contrarias que pronuncian estando en el gobierno. Hay casos realmente asombrosos. Desde aquel que medio inventó los escraches y que, cuando le llegó el tiempo en el que se los hicieron a él, llevó las cosas al juzgado. Como alguno que restaba importancia a las amenazas y que, cuando a él le llegan, clama justicia.
Tras las elecciones en la Comunidad de Madrid vienen a mi memoria muchos de estos personajes que otrora decían digo y que ahora ni se cansan en afirmar que son de Diego. Personajes cuya fidelidad está bajo mínimos y que merodean a las puertas de quien ellos creen que les van a reportar más emulumentos, honores o prestigio. Casos muy lamentables como aquel “tamayazo” célebre en su momento. Pues, pese a una ley que se declara contra el transfuguismo parece que eso era o es papel mojado y sigue habiendo casos que claman al cielo.
Recuerdo a un célebre alcalde de la provincia ourensana que destacaba por su coherencia que llevó hasta el extremo. Era de Coalición Galega y, cuando le ofrecieron integrarse en otras siglas, se negó, renunció y se fue a su casa. Pero de estos fieles por desgracia quedan muy pocos. Lo serio, honrado y coherente es defender la ideología que se profesa hasta el final sin andar con vaivenes increíbles. Todos conocemos a muchos de estos sujetos que con sus bailes hacen caer corporaciones municipales, e incluso autonómicas o nacionales. Tenemos en la memoria un célebre caso autonómico que hizo caer al Gobierno gallego del que formaba parte para irse a otra sigla politica.
Y esto es un mal endémico que sería de imperiosa necesidad corregir. Porque ha habido casos en la historia en las que un candidato a unas elecciones repartía en la misma sesión de investidura el voto porque dudaba de la fidelidad del concejal en cuestión. Increíble extremo que lleva a la falta de credibilidad para algunos politicos. Esperemos que algún día se corrija aunque tenemos serias dudas de que se logre.

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