Opinión

Sin problemas añadidos

Hablábamos aquí en pasados jueves de la necesidad de una Cataluña unida con diálogo democrático y hacia la concordia y el liderazgo que siempre ha tenido ese noble pueblo. Tengo la impresión de que para ello es de imperiosa necesidad hacer “borrón y cuenta nueva”. Pocas soluciones más quedan después de años, décadas, de una educación y mentalización que les está llevando al borde del caos económico. Para empezar, las empresas que han huido de la quema y la situación económica de una entidad que siempre ha sido ejemplar por su laboriosidad.
Pero para conseguir una situación estable, y visto desde fuera, es necesario prescindir de problemas añadidos que han logrado la división más estrepitosa en la sociedad catalana. Desde siempre el ser catalán era un honor del que con orgullo, tal vez mayor que el de otras autonomías, presumían y razón tenían para ello. Pero España ha dejado ir muy adelante las pretensiones de algunos grupos de presión con su lucha por la independencia republicana. Sinceramente creo que hoy en día, en medio de tanta turbación, está lejos de ser la prioridad que necesita Cataluña. Baste leer la historia y comprobar en qué acabaron en otras épocas las declaraciones de independencia. Algunas ni a meses llegaron. Europa lo ha dicho: nunca admitirán a Cataluña como una nación más. Entonces, en realidad, ¿han pensado en serio en el futuro que les esperaría? ¿Quién les iba a ayudar? ¿Acaso una potencia que buscaría la división para vencer? En esto creo que les falta a los independentistas una gran dosis de realismo cuando, en el mejor de los casos, menos de la mitad de los catalanes nunca votarían ni la independencia ni la república.
La primera vez que yo fui a Cataluña fue en 1969. Y aquella era una sociedad encantadora, sin problemas mayores. Pero empezando por el abad Escarré y siguiendo por el complicado sucesor Casiá Just, convirtieron a Montserrat en el apoyo ideológico. Ahí sí, al amparo de la Moreneta, en aquella ocasión de mi viaje a un cursillo, comprobé algo que en la ciudad era distinto. Ya los monjes con los que hablabas rezumaban ese espíritu independentista. De hecho Cassiá Just estaba metido en Esquerra y aparecía en sus reuniones sobre todo después de cesar como abad.
Al amparo de la “Rosa d’abril, Morena de la serra…”. Ha habido todo un entramado que llevó a Escarré a ser exiliado de España y que fue devuelto moribundo con la gestión de Cassiá que contravino las intenciones de Franco que, en esto, miró para otro lado y concedió siempre a Cataluña lo que pedían porque para pedir son únicos. Llegó del exilio Tarradellas pero ya todo estaba preparado y siguió preparándose para su sucesor. Todas estas décadas son las que debieran superar los catalanes para convertirse a la normalidad democrática.
Pues bien en todos estos muchos años se han ido creando necesidades innecesarias que minan las arcas de la Generalitat. Se han creído más que los demás y montaron entidades fuera de lugar. Si hay que apretarse el cinturón debemos apretarlo todos. Entidades educativas, industriales e incluso diplomáticas que son totalmente innecesarias como decimos. España es una y única. Unida puede prestar todos los servicios necesarios, ya sea en Galicia, Andalucía, País Vasco o Cataluña. Crear dobles administraciones es cargar el presupuesto y en definitiva perjudicar al pueblo.

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