Opinión

Increíble irresponsabilidad e inconsciencia

Me cuesta enormemente salir de mi asombro ante hechos de todo punto rechazables y que revelan, en quienes los cometen, una increíble irresponsabilidad e inconsciencia. Incalificables desmanes emanados de personas con una enorme dosis para manejarse fuera de la realidad. Me estoy refiriendo a lo ocurrido tras la salida del estado de alarma. Comprendemos muy bien que los largos días y meses de confinamiento hayan producido ansias contenidas, sobre todo en la juventud. Pero también sería necesario que toda esa multitud que se juntó en plazas y calles sea consciente de la situación. Nada extrañaría que una nueva ola volviese a encerrar a la población lo cual sería terrible.
Los testimonios gráficos que nos ofrecieron a todos los distintos medios de comunicación son suficientemente elocuentes para condenar sin paliativos esas masificaciones incluso sin mascarillas y saltando y bailando como si de un 7 de julio se tratase en la plaza frente al ayuntamiento de Pamplona. Increíble inconsciencia.
Las autoridades reconozco que han tomado las medidas que juzgaron acertadas, aun cuando a veces sin resultado porque la incertidumbre de esta pandemia domina la situación. Y duele inmensamente que, después de la insistencia reiterada de los responsables de la salud, algunos hagan oídos sordos, miren para otro lado y campen por sus respetos sin hacer ni caso a ese “sentidiño” del que habla por ejemplo la Xunta de Galicia.
Muy triste espectáculo. Y ha llegado al cenit en las calles de Lisboa. Se celebraba un partido de fútbol en el estadio de Alvalade entre el Sporting y el Boavista. Del resultado dependía que el Sporting pudiese proclamarse campeón de la liga lusa sin esperar al final de la temporada. Así fue y, tras el 1-0, el equipo lograba el titulo tras 19 años sin él. Pues bien, el entorno del estadio del equipo local, así como la plaza del Marqués de Pombal y la avenida da Liberdade en el centro de Lisboa se hicieron pequeñas para acoger a los miles de seguidores que aquí se llaman “adeptos”. Comprensible el gozo y la alegría de todos los sportinguistas, enemigos acérrimos del Benfica, pero recriminable sin paliativos todas esas aglomeraciones que duraron toda la noche. El presidente Marcelo les llamó la atención el lunes muy contrariado.
Parece que algunos desconocen los efectos de esta terrible pandemia y los miles, millones, de muertos en el mundo y, más aún, la necesidad de caer en la cuenta de que este virus sigue entre nosotros. Vino para quedarse bien a pesar nuestro. El esfuerzo de los gobiernos es grande. En Portugal han llegado a desaparecer óbitos pasando de mas de 300 diarios a días sin defunciones. Tememos que con actos como el que comentamos sea un freno o vuelta a días tan lamentables y que quisiéramos olvidar.
Pero igualmente hay muchos que desconocen que nada va a ser igual en nuestras vidas y bastantes días hemos estado confinados para caer en la cuenta de ello. Bien el deseo de libertad pero para ello o salimos colaborando todos juntos o nos hundiremos. Los jóvenes también en esto están llamados a olvidar estos “desahogos” anhelados para, por mucho que les cueste, asumir que la responsabilidad es algo fundamental y necesario para todos. Sin ella y con una inconsciencia generalizada nuestro futuro es muy incierto por omitir la palabra muy negro.

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