Opinión

Del "circo" a la realidad

Confieso que escribo estas líneas antes de saber los resultados definitivos de las elecciones de Madrid. Y lo hago conscientemente porque el contenido que quisiera transmitir es el mismo independientemente de los resultados para ocupar el palacete de la Puerta del Sol.

Hemos asistido a una campaña electoral y a un debate entre los candidatos que a veces daban vergüenza ajena. Menudearon los insultos, los improperios, las mutuas descalificaciones y una larga serie de frases que, sobre todo en el momento actual, están claramente, al menos para mí, fuera de lugar. Como si lo único que se pretendiese es descalificar al contrario manteniendo lamentablemente al margen al pueblo que sufre esta serie de dislates impasible. 

Incluso amenazas con tomar la calle, lo cual es sumamente grave. Como lo son cualquier tipo de amenazas. La democracia es algo muy distinto a eso. Porque de lo que se trata y lo que se dilucidaba en los comicios es la gobernabilidad de los madrileños. Un compañero, profesor de secundaria, me decía que solo resistió diez minutos viendo el debate que dejó, decía él, “por la postura rastrera de algunos candidatos”. Y es que últimamente parece que se ha convertido la política en un “toma y daca”, “tú más”. que a nada conduce más que a encrespar a los ciudadanos. Todo ello mientras, y valga otro tópico, “la casa sigue sin barrer”.

Porque el gran problema de la politica actual es la falta de políticos de altura, de criterios y contenidos. Se han convertido en personajes de ocurrencias agarrándose a cualquier desvarío, muchas veces insignificante, del contrario mientras las vigas cubren totalmente los ojos de esos personajes. Falta altura, faltan líderes, faltan programas serios y sobra la palabrería que todo lo invade.

Por eso da la impresión de que ante actuaciones de algunos politicos estamos asistiendo a representaciones circenses del más bajo nivel que llegan a estomagar de tal forma que mancillan la más limpia democracia. Quisiera equivocarme, y lo he repetido mil veces, estamos en una época en la que baja de día en día el sentido de la democracia. ¡Dios nos libre de las dictaduras!, pero con este sistema estamos poniendo las bases para convertir la democracia en una dictadura de grupos que es mucho más lamentable. Y en ello se quiere involucrar incluso a la misma Justicia, a la que algunos pretenden desprestigiar y, si esto fuese así, estaríamos perdidos.

Pues bien, acabada esta “representación” circense, toca ahora llegar a la cordura de unos y otros para bien del pueblo. Estamos en la coyuntura en la que los partidos debieran prescindir de esos enfrentamientos y colaborar todos en la gobernabilidad de aquellos que les han elegido. Porque es necesario recordar que, tras el resultado de las elecciones se debe aceptar el veredicto de las urnas y gobernar para todos, también para los que han votado a partidos diferentes.

Y es necesaria esa gobernabilidad siempre, pero más que nunca en esta situación en la que estamos envueltos por la pandemia. Me parece increíble el poner palos en las ruedas del contrario incluso en obras objetivamente positivas, llámese Zendal o lo que fuere. De lo que se trata es de gobernar al unísono en un mismo barco al que se suben todos los ciudadanos y que muchos de ellos hoy en día están muriendo acaso, también, por estas inútiles divisiones.

Los obispos españoles, reunidos en asamblea, han lanzado un ruego fundamental: “Crear puentes de diálogo frente a una cultura del enfrentamiento”. Porque en España hoy sobran las divisiones y falta mucha concordia.

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