Opinión

Dignidad humana y nuevas tecnologías

La conceptualización clásica de la buena administración adquiere, en un mundo dominado por las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación, una nueva dimensión ajustada a las nuevas necesidades de la Administración Pública. Una  nueva Administración Pública más transparente, más participativa y más cercana a una nueva ciudadanía digital, con nuevas preocupaciones y exigencias, pero siempre centrada en la dignidad humana y en los derechos fundamentales de ella dimanantes. Por eso, ahora, en el presente, atravesado por una devastadora pandemia tenemos que pensar en que consiste la denominada buena e-Administración y cuales son los impactos de los avances tecnológicos sobre un aparato público que sirve objetivamente al interés general, que protege, defiende y promueve los derechos humanos.
En este sentido, el moderno Derecho Administrativo, siempre orientado a la defensa, protección y promoción de la dignidad humana, debe hacer frente a las nuevas demandas de una sociedad digital que reclama nuevas prestaciones y nuevos servicios brindados a través de nuevas plataformas digitales con mayor participación ciudadana. Plataformas y estructuras digitales que, poco a poco, reemplazarán por completo los trámites, los procedimientos y las gestiones habituales o tradicionales que brindaba la Administración Pública.
Hoy el mundo se encuentra surcado por una pandemia nunca antes vista provocada por la covid-19. Las fortalezas y debilidades de los desarrollos informáticos y telemáticos en la construcción de la Administración Electrónica están hoy a la vista de todos y reclaman a los distintos países soluciones para enfrentar los problemas y desafíos de este tiempo de excepcionalidad. Ciertamente, a pesar de las inversiones realizadas en los últimos años para modernizar las Administraciones públicas, la pandemia ha puesto al descubierto un modelo que no ha funcionado como debería pues la suspensión generalizada de los plazos de los procedimientos no es, desde luego, una respuesta satisfactoria para reaccionar administrativamente ante una pandemia como la actual.
Cuanto más fortaleza y mejor construcción tecnológica presente la Administración electrónica en cada país, mejor  posicionado estará para enfrentar las situaciones complejas que la pandemia trae consigo. Pero tales emprendimientos tecnologicos  habrán de hacerse sin perder de vista que las tecnologías están al servicio de la dignidad humana, no al revés como desde algunas terminales mediáticas se intenta transmitir a una sociedad inerme, indefensa, sin recursos morales frente a la colosal maquinaria de manipulación que se ha puesto en marcha precisamente en este tiempo. 
Se ha trabajado mucho la dimensión interna de las nuevas tecnologías pero todavía no son un instrumento real en manos de la ciudadanía para controlar el ejercicio del poder y participar activamente en la definición y evaluación de tantas políticas públicas que afectan a las condiciones de vida de los ciudadanos.
Si las nuevas tecnologías no permiten una democracia más plena y auténtica, si lo que hacen es complicar las relaciones entre los ciudadanos y la Administración, si se convierten en un factor de control y dominación social, mala cosa. Muy mala cosa.
 

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