Opinión

El partido musulmán que aspira a gobernar España

Las inequívocas manifestaciones comprensivas, cuando no de explícito apoyo, al derecho de los talibanes de imponer la Sharía con toda su crudeza en Afganistán por parte de miembros destacados de la comunidad musulmana en España es un preocupante símbolo de que por debajo de la apariencia moderada de algunos de ellos subyace la firme voluntad de que la de Alá debe imponerse en todo el mundo y que es un logro todo paso en ese camino. Conviene no olvidar que España es Al Andalus, y que repetidamente dirigentes musulamenes de todo el mundo han declarado que es deber del Islam recuperarlo.

El Reino de España, no se ha planteado, al contrario que en Francia, Holanda, Italia o Suiza, un debate más profundo, sobre el modo de conciliar el respeto a la cultura musulmana con el acomodo a las reglas de la cultura occidental. La negativa de Suiza a permitir la construcción de minaretes, o las restricciones que Holanda o Francia imponen al uso de determinadas prendas islámicas en lugares públicos, son meros ejemplos de que Occidente se enfrenta a un problema común que requiere ser abordado con prudencia, pero con decisión. En España emergen otros signos preocupantes de los efectos que, a medio plazo, pudiera tener para la sociedad toda, la persistencia de la no integración de un colectivo cada vez más numeroso y extendido. Se trata de la aparición de un partido político de carácter confesional islámico que pudiera llegar a adquirir una representación significativa en determinadas regiones de España cuando los residentes de origen magrebí ejerzan el derecho al voto en el ámbito municipal que el actual gobierno se propone concederles, aparte de los que ya gozan de nacionalidasd española ¿Veremos en España, como ya ocurrió en Lille (Francia) a un gobierno local socialista establecer horarios que separen los sexos en las piscinas municipales?

Conviene citar que Podemos, aparte de albergar inicialmente un “Círculo musulmán”, del que hace tiempo que no se sabe nada, ha pedido que se otorgue la nacionalidad a todos los magrebíes que puedan demostrar ser descendientes de los moriscos, como reclama en partido musulmán PRUNE. Podemos está a punto ya de lograr que, sin reciprocidad, como viene siendo costumbre hasta ahora, los residentes extranjeros (y el grupo más numeroso es magrebí) puedan votar en las elecciones municipales, en principio. ¿Y qué ocurrirá con la venidera generación de españoles de origen magrebí, pero nacidos aquí? ¿Declararán que no se sienten leales al país o a la comunidad islámica?  Pero lo peor no es que traten de imponer no ya sus códigos morales o religiosos, sino prácticas que en el ordenamiento del mundo occidental son comportamientos no admitidos por las reglas que enmarcan la vida en sociedad (o incluso delitos), desde la higiene a los límites a la potestad de los padres, los derechos de la mujer o las libertades personales. A ello debe añadirse la persecución sistematizada a que, dentro de dichas comunidades, se somete a quienes, sin renunciar a su personalidad y cultura, han tratado de amoldar sus vidas a la de sus vecinos, para disfrutar plenamente de los derechos, libertades y ventajas de la sociedad democrática occidental. 

Las frecuentes alusiones de Al Qeda a la "Reconquista de Al Andalus", es decir, España, son un anhelo compartido por otros musulmanes menos radicales, pero que asumen como un deber propio contribuir a la recuperación de aquellos territorios donde un día se entronizó el Islam. El Partido Renacimiento y Unión de España (PRUNE) -primera formación islámica con vocación de implantarse en toda el territorio nacional-, que fue promovida por Mustafá Bakkach, hombre próximo a Rabat, aspira a recoger apoyos no sólo entre los casi 2.000.000 de musulmanes residentes en España, sino también entre el conjunto de inmigrantes que se sientan desamparados. La formación reconoce que luchará por lograr sus objetivos “tendrá en cuenta el Islam en su actuación política, considerándolo como factor determinante para la regeneración moral y ética de la sociedad española”. De controlar algunos ayuntamientos, sus costumbres podrían adquirir entonces el rango de normativa municipal.  Es decir, seria un modo plenamente democrático de imponer la Sharia. El PRUNE aspira a ir conquistando posiciones en el espacio público del Estado, hasta lograr que el presidente del Gobierno sea musulmán. 

El PRUNE, en la misma línea de Podemos, se dirigió al al Gobierno y al Parlamento Europeo que reconozcan el derecho a la nacionalidad española a los descendientes de los musulmanes expulsados de la Península en el siglo XVII. Además, se ha dirigido a las asambleas de las comunidades autónomas solicitando que en los planes de estudio se incluya “historia verdadera de Al Ándalus”, y especialmente en el caso de Andalucía para que se incluyan “asignaturas que faciliten a los jóvenes el conocimiento de la historia verdadera de Al Ándalus, lo que servirá para que sepan que las diferentes culturas convivieron pacíficamente muchos años en el mismo territorio”. Su meta inmediata es conseguir hacerse con ayuntamientos y alcaldías en las elecciones municipales de 2023, para que voten sus candidaturas los 800.000 musulmanes con derecho a voto en España.

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