Opinión

Es que cabe esperar que el Rey diga algo diferente de lo que dijo

Como era de esperar, según la perspectiva de quienes siguieron su mensaje, el Rey se ha quedado corto y eludió citar aspectos concretos de la situación de España y del mundo; para otros, fue decepcionante y no los representa, porque el jefe del Estado no diga nada satisfactorio para quienes quieren salirse del mismo; otros creen que estuvo en su papel institucional. Muchos pensamos que en gran medida el destinatario principal del mensaje y las repetidas invocaciones de cumplir la Constitución era el propio Pedro Sánchez y a su partido, con relación a sus últimas y controvertidas decisiones, pactos y cesiones. La presidenta del PSOE, Cristina Narbona, ha valorado positivamente el discurso del jefe del Estado, pero con matices sobre el modo de entender la unidad del país, invocada por el Rey, ya que dijo recogiendo las palabras del monarca "avanzar desde esa unidad que reconoce la libertad, la diversidad y desde el respeto que permita aproximar posiciones respetando el marco constitucional". Y ya sabemos lo que eso quiere decir en estos momentos en que tanto se han forzado y se fuerzan las costuras de la Constitución. Y, como también era de esperar, los principales dirigentes del PP han defendido el discurso del Rey y tomado las palabras del jefe del Estado como propias. Ala portavoz y diputada de Sumar en el Congreso, Marta Lois, la ha decepcionado un discurso que considera como de otra galaxia, alejado de lo que ella llama “el país real”. Y ha echado en falta, y no ellos solos, más contundencia sobre la vida cotidiana de la gente, los problemas del mundo y, ¡cómo no!”, el Estado plurinacional. Al coro crítico se suma la secretaria general de Podemos, Irena Belarra, que augura que Felipe VI será el último rey de España porque la monarquía se ha quedado fuera del tiempo. Le ha parecido impropio de la ocasión su olvido de lo que ocurre en Palestina. Y es cierto que eso lo piensan otros muchos. Ha sido muy precisa, remitiéndose a todos los derechos que incluye FERNANDO RAMOS la Constitución, especialmente necesarios para determinados sectores sociales. Pero sin duda, las críticas van severas al monarca han venido de Cataluña. Y mientras se anuncia como será el retorno triunfal de Puigdemont, para recuperar la presidencia de la Generalitat, el llamado “Consell de la República” (CxR), como adelanta su portavoz Antoni Castellà, se anuncia una cumbre con todos los agentes políticos como partidos, sociedad civil organizada e instituciones para rehacer la unidad independentista hacia sus metas, porque nunca en la historia reciente hubo ocasión mejor para alcanzar sus objetivos de independencia. Tienen dos frentes: la presión y control sobre Sánchez y sus compromisos con Junts y ERC, para seguir en la Moncloa, y las negociaciones “a nivel de Gobiernos”, entre el de España y el de Cataluña. ¿Cómo les iba a gustar el discurso institucional del Rey, que no tienen como tal, y que para ellos estaba dirigido a la derecha y no al conjunto del país? De todas las reacciones la más pautada ha sido la de Aragonès, quien como si él representara a toda Cataluña lanzó el más temprano discurso institucional contra Felipe VI, afirmando que "la ciudadanía de Cataluña no se siente representada por la monarquía". "Todavía resonaban las palabras del 3 de octubre", --añadió Aragonès-- en referencia al discurso que ese día de 2017 pronunció el jefe del Estado, después de que tuviera lugar en Cataluña el referendo unilateral de independencia: Entonces, siguió diciendo "se rompieron los pocos lazos que parte de Cataluña mantenía con el monarca”. Fue el del Rey un mensaje bien centrado en la defensa de la Constitución, ahora tan invocada como incumplida y atacada. No en vano, para muchos republicanos conscientes el Rey es un factor de estabilidad de la nación, del Estado, en esta hora. Y dada la tropa que abreva en la política, que demuestra ser la de menos categoría de nuestra historia reciente, representa aquello esencial en lo que tantos españoles creen. Pero atentos, porque los socios del Sánchez van ya a por Felipe VI, como símbolo de ese Estado que quieren dinamitar. Y, además, ahora embravecidos por las cesiones de Sánchez refuerzan sus metas y añaden otras nuevas. Claro que tampoco ha sorprendido la crítica de la derecha católica vascongada (“De rodillas antes Dios”), el PNV, cuyo portavoz tampoco ha dicho nada nuevo, ni que las invocaciones del monarca a la Constitución ni a la unidad de España les conciernan.

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