Opinión

Entre el contrato de los Marx y "Diálogos para besugos"

Tras la aprobación de la amnistía en el Congreso, estalla la euforia del independentismo y la aparente tranquilidad de Sánchez, alterada de todos modos porque no pueda someter a aprobación sus presupuestos (por cierto, que ayer decía que sin ese instrumento no se puede gobernar y se deben convocar elecciones), es necesario recurrir al humor para situarse frente al panorama de lo que repiten unos y otros. Porque las cosas no casan. A ver en qué quedamos. Mientras los consocios independentista proclaman que, lograda la inmunidad por sus actos pasados, retoman el objetivo principal, o sea, referéndum e independencia, el presidente y sus portavoces dicen que la gracia traerá el fortalecimiento de la democracia, finiquita el problema catalán y ahora tornara la paz a los espíritus y se resignan a que desde Cataluña le impidan negociar los presupuestos porque Aragonès llama a elecciones y quiebra el programa de la Moncloa para consolidar la plaza de su ocupante. Y como entramos en la plena normalidad democrática, el emisario del PSOE y dos adjuntos viaja a Suiza para seguir negociando nuevas cesiones a Junts, conforme la hoja de ruta que le impuso al PSOE.  Y el diario gubernamental “El País” sentencia que ahora “No se trata de exigir a los independentistas que dejen de serlo, sino de que no vuelvan a imponer sus demandas vulnerando la ley y rompiendo la convivencia". ¿Y en ese caso, se las volvería a aplicar el 155? Pues parece que no, ya que como dijo Sánchez eso sería "judicializar el conflicto, que es lo que hace la derecha. Y lo acaba de repetir en Barcelona. Así que, todos tranquilos
La lectura o seguimiento de lo que dicen los de Puigdemont o Junqueras y pregonan los de Sánchez invita a recordar la famosa escena de “Una noche en la ópera” y el diálogo chispeante de Groucho y Chico Marx con aquello de “La parte contratante de la primera parte es la parte contratante de la primera parte”, y le van cortando artículos al texto. Sólo que aquí se van añadiéndolo, lo que recuerda los famosos “Diálogos para besugos”, divertida lectura de aquellos entrañables tebeos infantiles. Como recordaba Joan Ripollès Iranzo “aquella celebrada sección de humor absurdo, fundamentada en el equívoco verbal y los juegos de palabras, que había visto la luz en la revista El DDT, hacia 1951, para prodigarse después por diferentes publicaciones, hasta extinguirse en las páginas de Mortadelo, avanzada ya la década de los ochenta”. Los interlocutores se enzarzaban en una conversación tan elocuente como falta de lógica. Tuvo tanto eso aquella fórmula que la expresión se incorporó al acervo y uso peculiar de los españoles para calificar a toda conversación absurda e incoherente. El creador de esta divertida ocurrencia fue Armando Matías Guiu.
Para ese diálogo para besugos, aparte de Sánchez y Puigdemont, estarían por un lado Bolaños y María Jesús Montero, y Santos Cerdán, ahora muy ocupado para acudir a Suiza a las reuniones para diligenciar las nuevas cesiones y compromisos con Junts y del otro en los papeles principales Jordi Turull y Miriam Nogueras. Al secretario de organización del PSOE lo acompañan dos miembros de confianza, Cabe recordar que el PSOE de Sánchez aceptó esas conversaciones en Suiza, con un observador internacional (aparte del mismo trato con los de Junqueras), con carácter mensual. Y como ahora están en plena armonía evacúan un comunicado conjunto, dando cuenta de que en ese nuevo encentro “se ha puesto en valor la aprobación de la ley de amnistía que permitirá a las partes poner en marcha los equipos de trabajo en los dos grandes ámbitos acordados, que parte del verdadero interés de Junts, el referéndum para la independencia y de previamente un pacto fiscal acorde con la singularidad de Cataluña. Junts propondrá de entrada una modificación de la LOFCA que establezca una cláusula de excepción de que reconozca la singularidad en la que se organiza el sistema institucional de la Generalitat y que facilite la cesión del 100% de todos los tributos que se pagan en esta comunidad. De momento irán tirando en dos mesas de negociación, una para que, en Europa, como corresponde a una nación, se incorpore el catalán como lengua propia y el traspaso de las competencias en inmigración, de cuyo alcance, recortando las propiamente soberanas de un Estado todavía no se conoce hasta dónde llegarán. Puigdemont ya advierte que, si el PSOE se porta bien, habrá tranquilidad en la legislatura. 

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